Leyendo blogs y editoriales de moda la otra tarde vi una
fotografía que me dejo bastante impactado. Alber Elbaz, una albóndiga humana
con pajarita acompañado de una joven, una esquelética modelo. El contraste de
volúmenes y altura me sorprendió, pero lo que mas fue la expresión de infelicidad
que transmitían. El mataría por ser ella y ella por comerse unas camarojas
fritas con sardina, seguro estoy de ello.
Hace algunas semanas, en el atelier de mi querida amiga
victoria, intentamos plasmar ciertas ideas de la Paris Fashion week en su
colección de Otoño –invierno. Me puse exultante por que hacer esto es lo que más
me gusta y creo que he nacido para eso. Le aconseje una falda lápiz por encima
de la rodilla , una blusa de cuello mao y lazada extra-grande de seda estampada en
acuarela , una mini capa española con el forro fucsia y unos salones altísimos , el resultado fue
un look vintage en extremo, precioso a la vista y tremendamente chic.
Pero la
visión de ella fue que la capa pesaba tanto como un rinoceronte en un
hombro y los tacones le hacían que los tobillos se le hincharan y le dolieran
los pies con solo colocárselos.
Con la lección aprendida me vino
a la cabeza una amiga que en su época de moderna de más era vestida por tres gays amigos. La tenían como un maniquí o como
una forma de materializar el sueño de ser mujer. Recuerdo un día que le
colocaron unas botas en azul cerúleo de
punta fina y tacones altísimos, ella
tiene unos juanetes que tienen nombre propio y
con sus apellidos correspondientes. Su número de pie es el 36 pero como
no le entraban, obligaron a que se colocase el 39. Eso fue la base del look, le
colocaron unas mallas semitransparentes del mismo tono que las botas, una
camiseta con un escote tan profundo en la espalda que al andar se le veía medio
cachete. Para terminar la guinda fue una capa raída de un rojo quisquilla coral
que desprendía electricidad con tan solo rozarlo.
El resultado fue una especia de heroína yonkie abatida por algún power ranger (el rojo mismo). Andaba como un cisne fuera del agua. Al verme aparecer por la puerta de local donde habíamos quedado, se agarro a mi cuello para decirme:” Mira lo que los maricones estos me han hecho ponerme, no puedo andar y la capa se me mete en el culo al andar”. Se me echo a los brazos y dijo que la llevara que tenía un dolor brutal en la planta del pie. Tenía una mueca en la cara que difícilmente olvidaré.
Al cabo de un tiempo esta fémina confesó que era lesbiana( fue una sorpresa para mi), que le gustaban los chándales y que a quien le hablara de tacones le daba un puñetazo. No sé si la obsesión de vestirla como una femme fatale, con kimonos de satén, zapatos de 12 cm de alto y gafas de soldador harían en ella que cambiase de acera y abrazase con una pasión desmesurada, el universo boyo- extrarradio. Solo sé que siempre va en zapatillas, sudaderas y chándales.
Las mujeres deberían ser más
realistas y no dejarse llevar por invertidos que tiene la obsesión de vestir
como cabareteras a todas las mujeres. La comodidad no está reñida con el
estilo. Audrey fue famosa por sus Pantalones capri y por las zapatillas planas,
nadie puede negar su estilazo. La tendencia que marco llega a nosotros después
de 50 años. Podría enumerar a muchas actrices del dorado Hollywood que con un
sencillo sastre masculino irradiaban tal
elegancia, clase y desprendían un aura fabulosa que hace ridículas a las
miles de Victorias Beckam, por mucho que digan ser diseñadoras. Belén Esteban también
es diseñadora.
Tras la lectura de tal articulo, he reculado varios aos en mi vida y parando a observar en mi pasado doy gracias de haberte conocido. Eres todo un crack, los dos sabemos que tu profesión en la vida está por llegar, conseguirás llegar lejos Juan. Te quiero. Vane.
ResponderEliminar*asos:años
ResponderEliminar