miércoles, 18 de diciembre de 2013

REZAR POR TODO

Son las dos de la mañana y no tengo nada de sueño. He contado 2.940 ovejas, he intentado controlar la respiración, pero las dos Coca-Colas zero que me he bebido en la cena impiden que siquiera entorne los ojos. He estado a punto de coger un Valium, pero he decidido escribir.
Me vienen a la cabeza instantes de mi niñez, justo antes de dormir, cuando rezaba «cuatro esquinitas tiene mi cama». Es la oración más tenebrosa que puede existir. Empieza haciéndote creer que tienes cuatro ángeles, uno en cada esquina de la cama, para luego decirte que debes rezar tres padrenuestros antes de dormir porque así, si mueres, tendrás abiertas las puertas del cielo. ¡Qué horror! Mi miedo era tal que una vez recé 16 padrenuestros porque el pavor no me dejaba contar mentalmente el número correcto de oraciones.
Parte de mi infancia la pasé rezando por la noche para muchas cosas. En especial recuerdo las peticiones a las almas del purgatorio (lugar etéreo donde redimir tus pecados y faltas). Me decían que eran almas con mucha falta de oraciones, que si les pedías algo, te lo concedían. Luego matizaban: «un tren eléctrico no te lo van a traer». Entonces, ¿qué podían hacer las almas por mí? Un niño de 8 años que solo quería cortarle el pelo a la muñeca de comunión de su hermana e ir de viaje a sitios lejanos como Benidorm. Pues me dijeron que pidiera cosas como ser más bueno, que me despertaran a cierta hora, y cosas por el estilo. ¡Qué desilusión! Lo siento almas, pero yo no necesitaba despertarme (tenía un reloj con manecillas que se iluminaban por la noche) y era bueno (tan bueno que nunca le corté el pelo a ninguna muñeca).
El sueño sigue sin venir. ¿Tanto hace una Coca-Cola zero? 
El insomnio despierta mis terrores nocturnos. Me imagino a Mariah Carey acercándose a mí caracterizada como en el papelón que hace en El mayordomo. O peor: Mariah de ángel de la esquinita.
Voy a parar ya porque acabaré gritando y despertaré a mis padres, que tienen un sueño profundísimo.
No sigáis mi ejemplo, pero yo voy a por algo que me induzca al sueño. Y si es con receta médica, mejor.




lunes, 2 de diciembre de 2013

Casualidad, no.


Las casualidades no existen. Las cosas ocurren porque la vida tiene que mostrarte algo. Que sea bueno o malo depende de tu percepción en ese momento.

Tanta profundidad se debe a que el sábado pasado recogí el edredón del tinte y quise poner la funda nórdica en estampado floral —cuando abro los ojos, me gusta ver flores, creo que despierto en un valle bucólico; delirios de un gay.

 Bueno, os cuento el suceso: la funda no estaba y no sabía dónde la había guardado. Tengo una memoria impresionante, pero en ese tema me fallaba. Mira que me acuerdo de cómo tira los vasos al suelo Manuela Trasobares —cosa que no me interesa lo mas mínimo—, pero acordarme de dónde guardé mi maravillosa colcha me resultaba imposible.

 Situaciones desesperadas requieren soluciones rápidas y ser consciente de que si no hacía nada, a la mañana siguiente me despertaría envuelto en franela azul, me hizo pensar en Ikea. Antes de darme cuenta, ya estaba en camino.

Para mí, comprar lo que sea es una emoción comparable a la que siente un futbolero viendo un partido en una pantalla de 60” con 3 litronas de cerveza (es para explicarlo lo mejor posible, por si algún hombre me lee).

 Al llegar a Ikea intuí que el ambiente estaba raruno y familiar (soy muy sensible para esas cosas). Lo que sin duda era perceptible era que no cabía ni un alfiler, y eso me hizo pensar si en realidad era tan necesario rodearme de rosas y paniculada estampada.

 Sí, era totalmente necesario.

Cada sección estaba más abarrotada que la anterior; y en cada sección notaba que yo ya había vivido esa situación o que el ambiente me resultaba demasiado familiar. A la altura de la sección de menaje y almacenaje de cocina, fui consciente de que mi mayor temor estaba rodeándome sin que yo pudiera hacer nada al respecto: estaba acorralado por parejas, parejas de todo tipo.

 Me di cuenta cuando un carro me arrasó y una pareja de gais gordos me dijeron al unísono: «Perdónanos, estábamos distraídos. Es que hoy es nuestro aniversario». Qué sincronización al hablar y qué poco me importaba su aniversario.

Me quedé petrificado porque no había nadie solo: todos iban de dos en dos, el único impar era yo. 

La soledad y las ganas de mandar a la mierda a todos se apoderaron de mí, pero imaginarme rompiendo vasos cual Manuela Trasobares contra el suelo, en las caras de la pareja gay, en el carro que me dio por detrás… Empecé a hiperventilar.

Recordé el curso de reiki y conseguí tranquilizarme y pensar cómo canalizar dicha ira. Últimamente estoy un poco sensible con este tema, porque veo que se acerca el invierno y es mi estación favorita para tener un compañero. El invierno llega y el compañero, no.

 El reiki también ha conseguido que me deje de blanderías. Me acordé de que uno de mis sentidos más agudos es el oído. Tengo un oído finísimo. Podría escuchar lo que decían las dichosas parejas y sacar mis propias conclusiones. No era mi primer objetivo, pero me reiría un rato y el camino hacia la caja se haría más rápido.

Primera pareja: ella monísma y él guapo a rabiar. Van de la mano y cada cosa que miran la comentan entre murmullos y risas. Vamos, un empalague total. Al acercarme, escucho que él le dice, sobre una toalla que han cogido, si la prefería en rosa palo o rosa envés de concha californiana. Nunca había oído ese tono ni ese matiz, pero la chica le contesta que ese es el que pegaba con el sujeta-cepillos de su casa. Sonríen, lo echan al cesto y se dan un beso. Conclusión: estos dan asco.

Segunda pareja: ella normalica, con cuerpo pera y él, calvo y atractivo. Ella empuja el carro con cara de estar muy harta y eso es lo que hace que me pegue a ellos al momento. Él lo mira y lo toca todo y revisa todos los precios. Ella mira el reloj constantemente y oigo que le dice que tiene ganas de llegar a casa para ponerse el pijama. Conclusión: pareja de años a punto de separarse.

Tercera pareja: me pilla. Abortamos plan de espionaje.

Me viene un golpe de maldad y conecto una aplicación que tengo en el móvil para ver cuántos gais tengo alrededor. Sorprendentemente, hay 35 a menos de 25 metros, sus fotos de perfil tienen la cabeza cortada y buscan unas perversidades que no puedo contar aquí.

¿Cuál es la enseñanza de ir a Ikea? Yo solo sé que Ikea tiene los pasillos muy estrechos.




martes, 8 de octubre de 2013

Situaciones

Hace un largo tiempo que no me encuentro al 100% de mis facultades. Estoy en una situación laboral intermitente, parece que el verano no se quiere ir, tengo una relación sentimental indefinida, Belén Esteban está engordando. Estas y muchas cosas más hacen que esté, por primera vez, disperso.

Es una situación bastante extraña, ya que siempre intento escuchar a quien me habla, realizar mis labores centrándome en ellas, vivir en el momento y dejar los sueños para la noche, después de mi sesión de reiki.

Digo que es extraña porque cuando me hablan, mi mente se va por otros derroteros. El otro día estaba en una conversación sobre el cambio climático —muy interesante—, pero la imagen que me venía a la cabeza era la aparición triunfal de Belén Esteban. Qué tendría que ver eso con Alicia. O en una cena donde se cotilleaba sobre una pareja que se había divorciado porque ella es lesbiana —vamos, un cotilleo divertidísimo—, dentro de mi cráneo sonaba el opus 131 de Beethoven y me veía caminando por Nueva York del brazo de… En fin, que no me centro.

Intento estar pendiente de todo lo que hago, del trabajo que me ofrece mi querida Victoria, pero empiezo a colgar fotos y cuando me doy cuenta, estoy limándome las uñas porque me parecen de drag queen. He de decir que me doy cuenta porque Victoria me da un collejón. 

Hace unas semanas buceé por la red para dar con alguna respuesta a tal suceso anómalo. Al ver Alzheimer prematuro desconecté el PC. No creo que porque lleve una temporada un poco olvidadizo tenga que diagnosticarme una terrible enfermedad, así que hablé con Ana para que me dijera que lo que tengo son tontadas. Esta última visión me gusta más.

Me he dado cuenta de que tengo muchas preocupaciones que me saturan. No tener una estabilidad laboral, la no aparición de Belén (sí, ¿pasa algo?), estar en un limbo sentimental, mi familia con sus achaques, intentar hacerme a la idea de que no estoy gordo, que solo son tres tallas más y demás cosas que pululan por mi cabeza hacen que no tenga un discernir claro como antaño.

Sin embargo, creo que este ofuscamiento y espesura, propios de un grunge fumado, tienen sus días contados, ya que he dado con la cura: hacer lo que me gusta, aunque todavía no lo tengo muy claro.

Pero voy por el camino correcto. Asistí a una conferencia de moda y todo sobre lo que hablaron quedó registrado en mi disco duro, disfruté escuchando la ponencia en la que relataban y argumentaban que la moda era arte. Al ver que había pasado tres horas atendiendo y disfrutando de la charla, descubrí que no había estado pensando en cómo se había tomado la Pantoja que su nieto viviera ahora en Éibar o que a la chica que tenía justo delante se le marcaran las lorzas sobaqueras en el infumable palabra de honor. No me importaba nada porque estaba pendiente de la ponencia. 


Que rollo espesura transitoria.







martes, 1 de octubre de 2013

Música para mis oídos

El hecho de oír repetidas veces una canción, aparte de someter a una tortura a quien esté a mi lado, hace que distinga matices y acordes que no había percibido antes.

Este verano estoy descubriendo mucha música, pero vuelven a mí canciones que creía olvidadas. Volver a escucharlas hace que me emocione y que preste más atención para ver de qué manera me sorprenden.

La aplicación de dicha teoría en el universo «sentimientos» sería ideal: la canción que dejas de escuchar en dicho mundo es porque te horroriza y/o porque no quiere que la escuches, con lo que si vuelves a oírla, cometes un error. Si te horripilaba de por sí el single, el matiz que descubres es que huele mal —por decir algo— y si te encantaba el hit, puedes dejarte llevar por una melancolía ponzoñosa con peligroso callejón sin salida incluido.

En el universo que suelo vivir, donde mezclo energía positiva, cotilleo agresivo, ayuda desinteresada y algún que otro tema, suelo identificar piezas, opus, arias y canciones en general con la gente que significa mucho para mí. Por poner un ejemplo, Adagietto de Mahler sería para una persona especial que llevo siempre conmigo; que como la obra, no sabes cuándo empieza, pero los instrumentos van sumándose y el volumen crece de forma ascendente y, con una melodiosa trama, el símil es que apareció un día sin darme cuenta y ahora es mi mayor tesoro. El Adagietto puede parecer triste, pero los matices que aprecio son preciosistas y bellos.



Como dirían en los 40 Principales: sería imposible vivir sin música.



jueves, 12 de septiembre de 2013

¿37?...¡¡¡Madre mia!!!


Me acabo de levantar y he sentido que ya son míos los 37 que alcancé la semana pasada. Es una edad un poco desconcertante, ya que es un número anodino e insignificante; no conozco a nadie a quien le haya ocurrido nada especial en esa franja. De hecho, el otro día acompañé a mi madre al cementerio para que limpiara la lápida de sus padres (por muy Almodóvar que parezca, no es nada de mi agrado) y me fijé en las tres columnas de nichos: nadie había muerto a los 37. Este hecho me hizo respirar con tranquilidad. 

Nada ocurre en los 37 como norma general en mi círculo, pero he de confesaros que en mí sí ocurrió algo que me hizo ver que me encanta esta edad y todo lo que conlleva tener estos años. 

De sobra sabéis que me dejo llevar por la nostalgia de mis años mozos, cuando era delgado, lozano y —ya que estamos hablando en serio— un poco acneico. Pues la semana antes de mi cumpleaños la pasé cabizbajo, triste y melancólico por el hecho de cumplir uno más sin tener aún un rumbo fijo, de no haberme casado de un blanco impoluto, de no tener un jaguar en la cochera... Vamos, que estaba pensativo y me hubiera gustado ralentizar el curso natural para detenerlo y conectarlo cuando el universo girarse sobre mí (Amaral me ha causado cierto daño). En eso estaba cuando tuve que ir al centro de especialidades sanitarias para hacerme el chequeo anual. Me pidieron la tarjeta sanitaria —un bien preciado en la época en la que estamos— y empezaron a redactar un informe que decía: «varón de 37 años...». La corté ipso facto con un: «Mari, te equivocas. Tengo 36 aún, los cumplo mañana». Ella me miró por encima de las gafas y sopló con un: «cómo sois los...». Me sentí tan ridículo que no le contesté, pero no me hacía a la idea de lo de «varón de 37» si no los tenía.

Me dormí con la desazón de despedir los 36 sin saber bien cómo habían pasado, habían sido muy rápidos en irse. La sensación de querer ser teenager otra vez fue mi último pensamiento antes de empezar a respirar fuerte.

Me levanté a las siete y media para sacar a Miranda, que me saluda dando saltos y mordiéndome los brazos, tanta energía me aplatana de parte de mañana. Acto seguido, me dirijo al baño para mi aseo y cuando me dispongo a lavarme la cara, veo que tengo toda la frente llena de acné, acné de «foto del antes» de Geli d’Mora (clínica pionera en la Vega Media y el Baix Vinalopó en el tratamiento de acné). Me encarnizo para que desaparezca tal paella en mi larga y angosta frente, pero solo consigo que parezca un atrezo de La matanza de Texas.

Y entonces pensé que tener 37 está genial, tener una madurez a nivel cuerpo es un logro que no quiero perder, me da igual mi curva abdominal, mi alopecia ínfima en la coronilla y demás atributos del final de la treintena. La inestabilidad hormonal, el look grunge católico y tener castrado el corazón ya no forman parte de mí. 

Para los que cumplimos años, para los que dejaremos en breve la treintena y para ti hago una pedorreta a las crisis tontas.





miércoles, 28 de agosto de 2013

NECESITO VERDADES

 Por fin este fin de semana pasado vi de un tirón, una película mítica, "Desayuno con diamantes". Poco puedo aportar sobre ella por que se ha escrito muchisimo, pero aun asi voy a hablaros de su gran final.

Después de ver ese maravilloso beso que se dan los dos protagonistas bajo la lluvia, vestidos elegantísimos con un trench cada uno. Descubro que parte de la infelicidad que tengo, es culpa de esos finales preciosos donde acaban con un beso como este y una magnífica banda sonora de fondo. 

Han hecho creer a muchas generaciones que ese amor precioso y fugaz, mas propio de una noche, se pueda extrapolar al resto de nuestras vidas.

En el caso de la película antes citada yo doy una semana a esa pareja por que holly está como una regadera,  y antes o después le pondra las maletas en el rellano.

Antes decía que unas generaciones hemos crecido con películas con finales felices tipo "Pretty Woman", mi riñón sería de alguien sí me prometiesen que un tipo parecido a Richard  Gere vendría a proponerme una vida en común. Las generaciones de hoy en día no tienen ese romanticismo, son más de clembuterol, la Juani y reggetton. 

Sigo con el tema por que estoy un poco enojado ya que me he dedicado 35 años esperando a levantar media pierna atrás para cuando me den un beso y cosas por el estilo cuando todo es, en cierto modo, mentira.

 Un claro ejemplo de este engaño es Pocahontas de Disney. La película trata de cómo hacer oficial el amor que se profesan los dos protagonistas y salvar su pueblo. La cinta acaba con un final maravilloso que ya quisiera Carrie Bradshow para sí. Cuando salió la secuela fui como loco al videoclub para ver como le iría a Pocahontas de casada, si haría tartas de arándanos con recetas de chamanes (lo digo por la fusión).¡¡Para mi sorpresa ella se lía con otro!! .

¿Entonces que?. ¿Por qué nos engañan con el amor verdadero y la vida feliz de pareja cuando todos sabemos que no es así?. el amor tiene fecha de caducidad, la vida en pareja no están idílica y demás cosas que los guionistas saben de sobra.





jueves, 18 de abril de 2013

Welcome back

Llevo muchísimo tiempo sin escribir, mucho tiempo sin que la inspiración venga a visitarme, fíjate que de vez en cuando viene el aburrimiento, el hastío, el hambre voraz y demás perversiones, pero la inspiración no se le ha visto.

Dejé de escribir cuando oficialmente aumenté el listado de los damnificados por la nueva ley laboral y no se me ocurría qué decir ni qué contar.

 Puse un límite con la película de Almodóvar, me parecía que sería una buena entrada hablar del filme que esperaba con ansia. Era su vuelta a la comedia desternillaste e hilarante. Fue una porquería tan grande que mi inspiración decidió quedarse haciendo petit poi en vez venir a iluminarme, pensaría: " Yo para eso no voy".

 A las pocas semanas me surgió un viaje a mi rincón favorito en los Pirineos catalanes( España), entonces pensé que ahí, rodeado de Robles, hayas, Bárcenas, castaños, nieve, Urdangarín y una maravillosa ruta del románico, vendría mi inspiración. Pues nada más lejos de la realidad, ella se quedó observando, atónita,  cómo  iba a celebrar la Pascua en una maravillosa ermita del siglo XI . Intenté llamar su atención para que me visitara y pudiera escribir un post en condiciones, pues ni con esas. Mira que fue un viaje precioso nada más empezar ,ya que hice el viaje con una de mis mejores amigas para llegar a casa de una pareja que es maravillosa( pero ellos que son molones de más quieren escuchar que son chupi guay,  argot que no va nada conmigo).

Ese viaje no hizo inmutarse a mi rezagada inspiración, es igual que yo de vaga.

Estuve en el bando de la huerta, festivo día murciano(España también) donde todos se atavían  de huertanos para disfrutar comiendo, bebiendo y reencontrarse con conocidos que sólo se ven de año en año. Aquí mi inspiración no podía fallarme, iba a un local de ambiente gay tematizado en antro con clientela antro. Me encanta ir por que allí los asistentes hacen un listado mental y todos los años hacen recuento de los que quedan solteros, emparejado y vivos. ¡Era un filón para este blog! Pero fue todo tan aburrido, con una música horrible y por no haber no habían ni bajas. Mi inspiración me hizo una pedorreta desde dónde estuviera, no se molestaba en venir para hablar de "la colza", " la chicles", "la purpu" y demás travestis. Ella funciona así.

Pero todo cambió , nada más ver a  la Pantoja en la televisión con la boca abierta y con el pelo enganchado o con un tirón capilar de aúpa, todos los allí congregados gritando al unísono: "guapa y ladrona"," puta y artista"..., viendo al chofer ,encima del coche, vociferando y demás sucesos propios de nuestra querida España de pandereta. Pero al fin mis musas vinieron para decirme que se acabó de hacer petit poi, de reírse de  "la colza" y demás maldades propias de ellas.Vinieron para quedarse otra vez una temporada y para decir que la Pantoja está condenada y ya habrá firmado un "hola" aunque la hayan quitado del museo de cera, que Bárcenas se pasea con una libertad insultante con unos abrigos preciosos, que para mi los quisiera, la intanta Cristina habla ,en su recurso, que se siente perseguida e injustamente tratada, redactando ese escrito desde una casa preciosa en Baqueira-Beret donde cada uno de nosotros aporta mensualmente X cantidad para su mantenimiento.


Pues sí,  si mi inspiración viene por algo será.









lunes, 28 de enero de 2013

LA LECCIÓN DEL DUQUE





Atónito me he quedado al ver como firmaba un e-mail nuestro Duque de Palma. Soy muy crítico con él y todas sus presuntas fechorías, pero aquí rompo una lanza en su favor. Que tire la primera piedra quien, en un ambiente relajado, ha hecho referencias en tono burlesco  de cualquier tema, por muy escabroso o incorrecto que sea.


Estoy seguro que si  sacan a la luz conversaciones telefónicas con una de mis amigas, no podría mantener la misma cara que el ex presidente de la Generalitat  cuando escuchaba sus grabaciones junto con  500 personas, vestidas de traje,  el memorioso “te quiero un huevo “ a 2000 decibelios. Viéndolo allí, sentado, con la cabeza alta y la mirada perdida e intentando  mantener la dignidad como si “te quiero un huevo”  fuera igual de insignificante que “cuánto te aprecio“o, “le estimo su ayuda”. Mis conversaciones donde critico sin miramiento no son delito, porque no todos somos tan políticamente correctos cuando estamos en intimidad. Criticar con acidez y con sorna no infringe ningún código, acabo de leer en la Wikipedia.

Yo creo que todos hemos participado de bromas, de conversaciones que si se plasmaran en un rotativo o se difundieran por un programa de intereconomia,  los colores de nuestra cara variarían del rojo cereza (muy de moda por cierto) al rosa palo (este color aflora cuando no es muy importante la pillada).

Recuerdo en Berlín, haciendo  cola  en la isla de los museos para comerme una salchicha en un kiosco, habían 3 por delante, nadie hablaba  español, yo me embobe al ver al que las servía, el tiempo que estuve en la cola lo pase comentando, con mi compi de viaje, lo guapo que era el chico, lo bien que le sienta hablar alemán, lo nervioso que me pondría al pedirle salchichas (broma recurrente y boba). Cuando terminaba de darle el cambio al que tenía justo delante, le dije a mi compi que como le pediría la salchicha en ingles o en pseudo alemán,  a lo que él  contestó: Puedes pedírmela como quieras, pero  con  “una salchicha,  por favor” bastaba. El color facial fue  rojo burdeos (Nuevo negro según Vogue y odiado con la misma intensidad por mi buen amigo Martín).

No fui consciente de que me escuchaba el salchichero guapísimo y  por supuesto que daba por hecho que no me entendía. Flaco error mío.

Hace tiempo que  cuando hablaba y criticaba, a la par, intentaba embaucar a mi oponente para que se pringase  al mismo nivel que yo y así nunca  intentaría sacar a luz nuestras conversaciones. “Si el barco se hunde y no puedo salvarme, nadie se salva”. Que mezquindad.

Uno de mis propósitos del nuevo mundo, después del fiasco  de los mayas,  es no  ser mezquino y si tengo que entonar el mea culpa por pasarme de la lengua, lo haré. Lo haré aunque los mil y un tonos de rojo aparezcan de repente y no tenga a mano mis toallitas astringentes de Chanel.


Desde el 23 de diciembre pasado hasta la fecha intento cumplir el propósito de hablar bien y con madurez, esa madurez que te da una coronilla casi sin pelo, una tripa prominente y vivir  muchas situaciones en la vida. Desde el 3 de enero voy a conseguir ser el que quiero ser.














viernes, 18 de enero de 2013

A PROPOSITO DE HENRY


Paseando solo por las calles de Murcia el domingo pasado, (había quedado con un grupo de amigos y estaba de esta forma haciendo tiempo), me di cuenta de un hecho de importancia cósmica. Fui de la manera más tonta consciente (lo sé, es también algo incongruente),  que los domingos por la tarde no están hechos para gente soltera. Por donde pasaba encontraba parejas de todo tipo, sexo y condición. Todos miraban al que caminaba solo (ese era yo) con una mezcla de compasión y extrañeza .


¿Un soltero que está despierto y sin resaca, un domingo a las 4 de la tarde? La tarde la pasé cavilando de más en ese hecho acontecido.

Días más tarde, en una de las llamadas de rigor con mi alma gemela, salió un tema escabroso. Nos hicimos eco de un suceso acaecido en  Francia, aun me produce repelús nombrarlo. Un hombre fue encontrado momificado en su cama 15 años después de su muerte. Si, habéis leído bien, 15 AÑOS. No lo encontraron porque se acordaran de él. Lo encontraron porque a una vecina le molestaban el ruido que hacían las palomas al entrar y salir de su edificio. Hay que ver lo útiles que son a veces las vecinas cojoneras de más. Es un fastidio morir solo, pero que nadie se acuerde de ti ni eche una lagrimita  es muchísimo peor.

La casta soltera tiene mucho a su favor aparte de la buena fama,  pero hay 2 grandes temores que nos aterran.   Una es los domingos por la tarde sin un puñetero plan, o peor, acompañado  de amigos emparejados,  y la otra es morir solo y que nadie se acuerde de ti. Por supuesto que la casta emparejada tiene miedos escabrosos, podría enumerar muchísimos, pero la tengo tan idealizada, que prefiero callarme por no romper en cierta manera la magia. El sueño de hacerle un corte de mangas a mi soltería es un sueño que quiero realizar antes de cumplir 40.

 Dichas afirmaciones hacen que todos mis amigos solteros me digan moña, blando y utópico de mas, en especial, un amigo que me deja caer su enorme mano en mi brazo, causándome un cardenal enorme, cuando digo, beodo perdido, que estoy harto de estar soltero.

Pero estaría mal que no reflejara por escrito que estar solo tiene muchísimas ventajas. La primera y más maravillosa es dormir solo. Es un auténtico placer maravilloso dar mil vueltas sin tocar a nadie y no ser golpeado en mitad de de la noche es un lujo que no quiero perder por nada del mundo. Otra, ir al cine con la única compañía de un botellín de agua y una bolsa de 500Gr de gusanitos de queso para poder disfrutar dejándote llevar por las emociones de la película que se te antoje ver, sin pensar que tienes a tu lado alguien descojonándose de ti ni echándote en cara la peli horrible que está viendo por ti. Puesto a pensar, sentarte en un sillón relax, desparramado, escuchando tu respiración solo…

Empiezo a pensar que todos estamos donde queremos estar, mal me pese a mí. Solo le pido a Dios tener vecinas muy cojoneras, muchas palomas y domingos por la tarde con planes,  y si he dejar la casta soltera, porque escrito está, que sea cuanto antes.










miércoles, 9 de enero de 2013

THE SHOW MUST GO ON






A pocos días de un gran cambio en mi vida, me replanteo que aun no estoy donde tengo que estar. No sé cómo explicar,  ni plasmar en unas palabras, las emociones  que siento cuando encuentre el redil  ansiado.  El lugar donde me sienta feliz a ratos, tranquilo muchas veces y realizado siempre.

Mirando para atrás, pero con el cuerpo hacia adelante, me siento como Edith Piaf cuando salió a escena a cantar “Non,  je ne regrette rien”. He intentado ser feliz y lo he conseguido a ratos. He intentado reírme y  lo he conseguido casi siempre.

A escaso tiempo de que la rueda de la fortuna empiece a girar de nuevo en mi vida, sé que no me arrepiento de nada. Estoy un poco saturado de hacer balances en mi corta vida (corta porque al lado de la de Leandro de Borbón soy un pipiolo), pero si decido a lo largo de este articulo hacerlo,  el titulo seria: “Encontrar.
 Me he encontrado durante 35 años muchas personas, situaciones, algunos  trabajos que han forjado mi personalidad, mi forma actual de relacionarme y nunca me han quitado la sonrisa. Si algo ha ensombrecido mi sonrisa es cuando, contra todo pronóstico, decido marcharme. Prefiero ser un pobre feliz antes que un clase-media cariacontecido.

Mi camino, en esta vida,   es comparado a  un río castellano con muchos meandros, cuando  crees que vas por la dirección  que crees correcta,  de una forma inesperada,  se tuerce al contrario. Al principio el giro es brusco, y el aturdimiento no te deja pensar con claridad, después te das cuenta que por este lado también es bonito su paisaje y maravilloso el entorno. Después de muchos meandros, dejarse llevar es, a veces, de sabios.

Como habréis observado en este post no  hay ni anécdotas divertidas ni surrealistas. Esto no  significa que haya perdido el sentido del humor este año entrante, ni nada por el estilo. Estoy haciendo un homenaje a una idea que se introdujo en mí hace 2 años y que ha sido, como una planta, regada con muchos consejos de amigos, ha sido abonado por personas que creen que puedo elegir a donde quiero que se tuerza el rio,  a derecha o a  izquierda. Donde me plazca.

Hay que ser consciente de que si algo no marcha como debiera, hay que afrontar la situación de frente, levantarse con dignidad, darte una sacudida en los pantalones estilo Almodóvar y despedirse con afecto y con gratitud.  Una estrofa de una canción de Ana Belén  dice: “El lugar donde hayas sido feliz, no debieras tratar de volver”. He sido feliz durante esta etapa, pero quiero ser feliz en otro sitio.





A poco tiempo para que todo cambie otra vez, siento vértigo.