lunes, 28 de enero de 2013

LA LECCIÓN DEL DUQUE





Atónito me he quedado al ver como firmaba un e-mail nuestro Duque de Palma. Soy muy crítico con él y todas sus presuntas fechorías, pero aquí rompo una lanza en su favor. Que tire la primera piedra quien, en un ambiente relajado, ha hecho referencias en tono burlesco  de cualquier tema, por muy escabroso o incorrecto que sea.


Estoy seguro que si  sacan a la luz conversaciones telefónicas con una de mis amigas, no podría mantener la misma cara que el ex presidente de la Generalitat  cuando escuchaba sus grabaciones junto con  500 personas, vestidas de traje,  el memorioso “te quiero un huevo “ a 2000 decibelios. Viéndolo allí, sentado, con la cabeza alta y la mirada perdida e intentando  mantener la dignidad como si “te quiero un huevo”  fuera igual de insignificante que “cuánto te aprecio“o, “le estimo su ayuda”. Mis conversaciones donde critico sin miramiento no son delito, porque no todos somos tan políticamente correctos cuando estamos en intimidad. Criticar con acidez y con sorna no infringe ningún código, acabo de leer en la Wikipedia.

Yo creo que todos hemos participado de bromas, de conversaciones que si se plasmaran en un rotativo o se difundieran por un programa de intereconomia,  los colores de nuestra cara variarían del rojo cereza (muy de moda por cierto) al rosa palo (este color aflora cuando no es muy importante la pillada).

Recuerdo en Berlín, haciendo  cola  en la isla de los museos para comerme una salchicha en un kiosco, habían 3 por delante, nadie hablaba  español, yo me embobe al ver al que las servía, el tiempo que estuve en la cola lo pase comentando, con mi compi de viaje, lo guapo que era el chico, lo bien que le sienta hablar alemán, lo nervioso que me pondría al pedirle salchichas (broma recurrente y boba). Cuando terminaba de darle el cambio al que tenía justo delante, le dije a mi compi que como le pediría la salchicha en ingles o en pseudo alemán,  a lo que él  contestó: Puedes pedírmela como quieras, pero  con  “una salchicha,  por favor” bastaba. El color facial fue  rojo burdeos (Nuevo negro según Vogue y odiado con la misma intensidad por mi buen amigo Martín).

No fui consciente de que me escuchaba el salchichero guapísimo y  por supuesto que daba por hecho que no me entendía. Flaco error mío.

Hace tiempo que  cuando hablaba y criticaba, a la par, intentaba embaucar a mi oponente para que se pringase  al mismo nivel que yo y así nunca  intentaría sacar a luz nuestras conversaciones. “Si el barco se hunde y no puedo salvarme, nadie se salva”. Que mezquindad.

Uno de mis propósitos del nuevo mundo, después del fiasco  de los mayas,  es no  ser mezquino y si tengo que entonar el mea culpa por pasarme de la lengua, lo haré. Lo haré aunque los mil y un tonos de rojo aparezcan de repente y no tenga a mano mis toallitas astringentes de Chanel.


Desde el 23 de diciembre pasado hasta la fecha intento cumplir el propósito de hablar bien y con madurez, esa madurez que te da una coronilla casi sin pelo, una tripa prominente y vivir  muchas situaciones en la vida. Desde el 3 de enero voy a conseguir ser el que quiero ser.














viernes, 18 de enero de 2013

A PROPOSITO DE HENRY


Paseando solo por las calles de Murcia el domingo pasado, (había quedado con un grupo de amigos y estaba de esta forma haciendo tiempo), me di cuenta de un hecho de importancia cósmica. Fui de la manera más tonta consciente (lo sé, es también algo incongruente),  que los domingos por la tarde no están hechos para gente soltera. Por donde pasaba encontraba parejas de todo tipo, sexo y condición. Todos miraban al que caminaba solo (ese era yo) con una mezcla de compasión y extrañeza .


¿Un soltero que está despierto y sin resaca, un domingo a las 4 de la tarde? La tarde la pasé cavilando de más en ese hecho acontecido.

Días más tarde, en una de las llamadas de rigor con mi alma gemela, salió un tema escabroso. Nos hicimos eco de un suceso acaecido en  Francia, aun me produce repelús nombrarlo. Un hombre fue encontrado momificado en su cama 15 años después de su muerte. Si, habéis leído bien, 15 AÑOS. No lo encontraron porque se acordaran de él. Lo encontraron porque a una vecina le molestaban el ruido que hacían las palomas al entrar y salir de su edificio. Hay que ver lo útiles que son a veces las vecinas cojoneras de más. Es un fastidio morir solo, pero que nadie se acuerde de ti ni eche una lagrimita  es muchísimo peor.

La casta soltera tiene mucho a su favor aparte de la buena fama,  pero hay 2 grandes temores que nos aterran.   Una es los domingos por la tarde sin un puñetero plan, o peor, acompañado  de amigos emparejados,  y la otra es morir solo y que nadie se acuerde de ti. Por supuesto que la casta emparejada tiene miedos escabrosos, podría enumerar muchísimos, pero la tengo tan idealizada, que prefiero callarme por no romper en cierta manera la magia. El sueño de hacerle un corte de mangas a mi soltería es un sueño que quiero realizar antes de cumplir 40.

 Dichas afirmaciones hacen que todos mis amigos solteros me digan moña, blando y utópico de mas, en especial, un amigo que me deja caer su enorme mano en mi brazo, causándome un cardenal enorme, cuando digo, beodo perdido, que estoy harto de estar soltero.

Pero estaría mal que no reflejara por escrito que estar solo tiene muchísimas ventajas. La primera y más maravillosa es dormir solo. Es un auténtico placer maravilloso dar mil vueltas sin tocar a nadie y no ser golpeado en mitad de de la noche es un lujo que no quiero perder por nada del mundo. Otra, ir al cine con la única compañía de un botellín de agua y una bolsa de 500Gr de gusanitos de queso para poder disfrutar dejándote llevar por las emociones de la película que se te antoje ver, sin pensar que tienes a tu lado alguien descojonándose de ti ni echándote en cara la peli horrible que está viendo por ti. Puesto a pensar, sentarte en un sillón relax, desparramado, escuchando tu respiración solo…

Empiezo a pensar que todos estamos donde queremos estar, mal me pese a mí. Solo le pido a Dios tener vecinas muy cojoneras, muchas palomas y domingos por la tarde con planes,  y si he dejar la casta soltera, porque escrito está, que sea cuanto antes.










miércoles, 9 de enero de 2013

THE SHOW MUST GO ON






A pocos días de un gran cambio en mi vida, me replanteo que aun no estoy donde tengo que estar. No sé cómo explicar,  ni plasmar en unas palabras, las emociones  que siento cuando encuentre el redil  ansiado.  El lugar donde me sienta feliz a ratos, tranquilo muchas veces y realizado siempre.

Mirando para atrás, pero con el cuerpo hacia adelante, me siento como Edith Piaf cuando salió a escena a cantar “Non,  je ne regrette rien”. He intentado ser feliz y lo he conseguido a ratos. He intentado reírme y  lo he conseguido casi siempre.

A escaso tiempo de que la rueda de la fortuna empiece a girar de nuevo en mi vida, sé que no me arrepiento de nada. Estoy un poco saturado de hacer balances en mi corta vida (corta porque al lado de la de Leandro de Borbón soy un pipiolo), pero si decido a lo largo de este articulo hacerlo,  el titulo seria: “Encontrar.
 Me he encontrado durante 35 años muchas personas, situaciones, algunos  trabajos que han forjado mi personalidad, mi forma actual de relacionarme y nunca me han quitado la sonrisa. Si algo ha ensombrecido mi sonrisa es cuando, contra todo pronóstico, decido marcharme. Prefiero ser un pobre feliz antes que un clase-media cariacontecido.

Mi camino, en esta vida,   es comparado a  un río castellano con muchos meandros, cuando  crees que vas por la dirección  que crees correcta,  de una forma inesperada,  se tuerce al contrario. Al principio el giro es brusco, y el aturdimiento no te deja pensar con claridad, después te das cuenta que por este lado también es bonito su paisaje y maravilloso el entorno. Después de muchos meandros, dejarse llevar es, a veces, de sabios.

Como habréis observado en este post no  hay ni anécdotas divertidas ni surrealistas. Esto no  significa que haya perdido el sentido del humor este año entrante, ni nada por el estilo. Estoy haciendo un homenaje a una idea que se introdujo en mí hace 2 años y que ha sido, como una planta, regada con muchos consejos de amigos, ha sido abonado por personas que creen que puedo elegir a donde quiero que se tuerza el rio,  a derecha o a  izquierda. Donde me plazca.

Hay que ser consciente de que si algo no marcha como debiera, hay que afrontar la situación de frente, levantarse con dignidad, darte una sacudida en los pantalones estilo Almodóvar y despedirse con afecto y con gratitud.  Una estrofa de una canción de Ana Belén  dice: “El lugar donde hayas sido feliz, no debieras tratar de volver”. He sido feliz durante esta etapa, pero quiero ser feliz en otro sitio.





A poco tiempo para que todo cambie otra vez, siento vértigo.