martes, 4 de febrero de 2014

No es otro RANKING

Es de sobra conocida la fobia que crea la palabra encasillar a ciertas personas. Es oír una etiqueta sobre algo y sacan las uñas para recriminarte que no poseemos ningún derecho a crear una sentencia sobre esa cosa o persona.

 Como si decir que un suéter es azul sea enjuiciar dicho suéter. Es azul, pero puede ser precioso, feo, de buena calidad o trapero (como los de Shana). Yo lo veo azul, lo demás no lo opino yo.

Siempre me ha gustado ponerles un mote a todos los que me rodean, porque así me resulta más fácil recordar los nombres de pila con sus apellidos, que a veces son muy repetitivos.

Por poner un ejemplo, tengo una amiga que tiene un nombre muy común; es precioso, pero común a más no poder. Nada más conocerla, le hice un análisis tipo escáner del aeropuerto JFK y me vino a la cabeza Flor. Y para es mí es Flor. Los motivos por los que le puse el nombre son privados, pero he de decir que casi se ha convertido en su nombre de pila.

Siguiendo el hilo de lo que os acabo de comentar, me veo en la obligación de contaros cómo llegó a mí un baremo secreto y antiquísimo que poseo ya casi diez años.

 Dicho baremo tenía el poder de definir a los gais allá por los 90, superdécada lejana donde se atisbaba ya lo que sería el universo «Bandera arcoíris».Se encontraba celosamente guardado en la capital de Albacete, donde lo custodiaba mi querido J.C. —debo mantener su anonimato—, y me fue transmitido una Navidad. Por aquel entonces yo estaba con un amigo suyo y mi querido J.C. es lo único que conservo con alegría y amor, ya que los demás recuerdos son confusos y están impregnados de Primperan.

Después de tantos rankings de alfombras rojas, tests de la revista Super Pop y estampidas de los colaboradores de Sálvame y demás boberías, os describiré dicho texto antiguo y revelador. Os aseguro que después de leerlo, nada será igual.

Os evitaré la introducción, porque es larga y como deja de ser un secreto, pues me la salto.

El universo gay se divide en 6 tipos: desde el más rudo hasta el más blando. A continuación os lo detallo.

Oso: gay peludo, gordito, con una indumentaria muy de la parte alta de Wisconsin. La camisa de cuadros, las botas y la barba son señas de identidad muy marcadas, pero actualmente, esta imagen está muy desvirtuada, ya que me he encontrado a muchos con esta estética que son tan amanerados como «la colza» (travesti maligna que nunca muere). Se trata solo de una guía orientativa, los osos ya no son como antaño.

Burraquito: garrulo, hortera, sin ningún tipo de feminidad. Este tipo engaña mucho en nuestro ambiente, ya que en ciertos locales que el susodicho frecuenta, despista y crea confusión. No se sabe si viene a ligar o es que se ha equivocado de lugar de copas, pero al sonar alguna canción de Lady Gaga o RiRi, se pone a bailar como un descosío. A mí me produce mucha curiosidad porque en el pueblo donde vive suele ser una cosa y fuera de su pueblo, otra; y con una normalidad pasmosa.

Muchachito: este es el que más me gusta. Como su nombre indica, es un chico normal. Posee esa normalidad de la que te enamoras locamente. Puede ir de montañero, de pijo (estos son mi predilección), de clásico, de grunge, de rockero… Tener un novio así es lo mejor que te puede pasar, pega con todo. Yo, mal que le pese a muchos, tengo este estilo. Aunque cuando era delgado fui….

Domadora de ponis: esta definición es muy rocambolesca. Nunca supe el porqué del nombre; la definición, sí. Es una variante del muchachito pero con un toque lycra y/o moderno. La domadora de ponis tiene que saber estar y sabe cuándo colocarse la camiseta de escote. Va al trabajo hecha un muchachito pero cuando se desmelena, el pitillo con las zapatillas blancas son más suyos que el carísimo pendiente de Lola flores. Yo fui, hace mucho, domadora de ponis.

Gacela: este tipo solo se da en la juventud. Se trata de esa clase de marica con pluma, liendres y ego para dar y vender. Suelen ser arrogantes y modernas (esta definición es pura ironía). Siguen a rajatabla las propuestas de cadenas de ropa low cost y cargan con un bolso enorme para llevar únicamente las llaves, el teléfono móvil y la cartera (junto con alguna papelina). Huyo de ellos, ya que suelen hacer de su vida un espectáculo cabaretero de relleno entre dos actuaciones.

Ñusa: este apartado es muy jugoso, ya que debido a la creciente moda de la metrosexualidad —más conocida como amariconear machos—, se ha dispersado cual virus de Internet por toda la población. Hay muchas versiones y también cierta confusión a la hora de definirlos, pero yo dispongo de la verdad contada de primera mano. Una ñusa es una gacela vieja, así sin más. Se siguen comportando del mismo modo pero con más edad y diferente cuerpo. Se resisten a envejecer, se afeitan todo el cuerpo, lo que antes era músculo y piel turgente ahora es hebra y piel quemada por las interminables horas de pie plantón en cualquier playa gay que se precie. Podría extenderme más, pero mi conciencia me dice que cierre el pico.

Travesti: es el último tipo y poco puedo aportar; todos sabemos qué es un travesti.

Os tengo que decir que este listado ha crecido y creo que se ha duplicado, pero se podrían clasificar como subespecies nacidas de las anteriormente citadas. Entre la domadora y la gacela podría enumerar por lo menos 15 y entre la ñusa y el travesti, 35. Pero como os decía antes, en la cadena evolutiva de las clases de maricas, esto sería como el manual darwiniano.


Podéis llamarme malo, recriminarme que no paro de criticarlo todo. Y no os falta razón: de un tiempo a esta parte, así es como me divierto.










5 comentarios:

  1. Todos los libros de auto ayuda que he leído en los últimos años me llevan a lo mismo: me río poco, más bien nada; necesito aprender el arte del cotilleo y el critiqueo; hago vanos intentos con el "Sálvame" pero en pocos minutos mi cara es una losa de piedra y mi conciencia se autocombustiona en vergüenza y culpabilidad.
    Que sepas que te tomo por maestro y que me carcome la peor de las envidias.¡Me ha encantado!

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  2. (Esto va para el comentario anterior) A ver "Gacela" ponte a la cola que aquí ya hay un "muchachito" esperando al "oso clásico y pijo" que ha escrito este artículo. Cada vez mejor, Antonio!!!!!!

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  3. Yo sólo conocía a los osos y a los travestis. Lo de domadora de ponis me encanta, me recuerda a la profesión de Zapatero, supervisor de nubes. Pero lo que deberías de haber hecho es poner una foto que ilustre cada una de las clases de gays, por que así a lo vivo, los que no entendemos ni frecuentamos el ambiente, como que nos cuesta un poco. ¿Por cierto Yustin Biber ese, a qué género pertenece?

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  4. JAJAJA Buenísimo....la colza» (travesti maligna que nunca muere) XDDDD

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  5. Me encantas, eres estupendo escribiendo. Lamentablemente no hay casi muchachos o están todos cogidos, en cambio las gacelas y las domadoras se reproducen por esporas. Y también te quiero mucho, besicos

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