miércoles, 27 de septiembre de 2017

IMPRESSIONS

Los cuarenta y uno llegaron, de una forma muy diferente a los cuarenta. El mismo día de mi cumple estaba haciéndome la maleta de fin de semana, y me fui a Formentera a oficiar la boda más bonita que he visto nunca.

 Lo ideal de todos los últimos cumples es que ninguno se parece a otro.

Este enlace era más bien simbólico, ya que ni soy sacerdote ni concejal de ningún consistorio para hacerlo oficial. Pero sí soy una persona importante en sus vidas, tanto como lo son ellos en la mía. Unir en matrimonio a una pareja molona para el resto de sus vidas fue emocionante y anecdótico. Podría confeccionar la lista de los mejor y los peor vestidos, pero esta entrada no va de eso. Ganas me entran de hacerla; pero como decía, ese no es el tema.

Formentera me provocó una sensación muy especial.

Toda la isla tiene un plan de urbanismo muy cuidado y las parcelas están delimitadas con muretes de piedra. ¡Qué no decir de sus maravillosas playas! Parecen sacadas de postales, aunque las influencers se han encargado de asaetearnos con fotos de sus visitas diarias en sus perfiles de Instagram. No quiero parecer de la Lonely Planet, así que doy por finalizada la descripción objetiva. La conclusión es que es idílica.

Mi impresión al ver la isla y sus servicios fue que está sobrevalorada. Espero que no me caigan muchas críticas. Aparte de sus maravillosas playas, Formentera es Mediterráneo puro y duro; o sea, secarral con pinos, algarrobos y alguna que otra sabina (este árbol me apasiona). Si te pones de espaldas al mar, es como si estuvieras entre Torremendo y el Pilar de la Horadada, sin desmerecer ninguno.

El tiempo que llevo escuchando que hay que visitar Formentera, que es un paraíso terrenal, que tiene magia…. Todas estas recomendaciones tienen mucho en común: todas son repetitivas, como si alguien con aceptación social —tipo 3,5 millones de seguidores en redes sociales— hiciera clic en el botón “Me gusta” y, acto seguido, todos clicando el mismo botón de forma automática y sin pararse a pensar.

Pondré un ejemplo que creará controversia.

Soy oriolano, de pedanías pero oriolano, y nuestro ilustre es Miguel Hernández. Poco puedo decir del genial poeta, estudiado en el mundo entero. A mí no me gusta nada, me aburre soberanamente. Sus poesías, bueno, la poesía en general me produce sopor. No creo que sea una opinión para vociferarla, pero ¿por qué tengo que mentir cada vez que digo que soy oriolano y me hablan del poeta? ¿Tengo que mostrar interés por alguien que no me interesa lo más mínimo? ¿Tengo que fingir que he leído toda su obra cuando no paso del enunciado de El niño yuntero? La canción de las Nanas de la cebolla de Serrat tampoco me gusta, ya de paso. No os lo creeréis, pero me he quedado de un a gusto…


No quiero que esto se vea como una crítica destructiva, porque no lo es. Quiero extrapolar esta visión al mundo humano también. La sobrevaloración de las personas, pero con un pequeño matiz: a veces el botón lo presionamos nosotros por recomendación de terceros y otras, para forzar un sentimiento de idealidad y de aceptación popular, estar en formato pareja feliz con planes los domingos por la tarde.

Mi vida amorosa no ha sido muy del estilo novela de Danielle Steel, qué se le va hacer. Pienso que todo lo que me ha ocurrido ha sido por querer llevar hasta la destrucción situaciones que no requerían más de un instante. Me autoconvencía de que si seguía presionando dicho botoncito, un mecanismo astronómico se pondría en marcha y ocurriría lo que yo deseaba, o pensaba que deseaba. Aferrarte a una persona porque crees y creen que es ideal para ti es un error, porque no ves la realidad, ya que de ideal no tiene nada. Y para los que no me conocéis, esto ha sido una tónica en mi vida de antes de los cuarenta.

He puesto el ejemplo más sencillo, las relaciones personales y amorosas, pero entran todo tipo de conexiones y afectos.

En Formentera viví la boda de dos de mis mejores amigos. Verla a ella vestida y complementada con mi ayuda fue emocionante, el ágape fue cuidado y muy sabroso. Momentos que quedarán grabados en mi retina para siempre. Pero la isla no me gustó, hay muchos baches y polvo en sus caminos, por no hablar de la plaga de mosquitos. Oler todo el día a Relec/Autan es una cosa que no te voy a perdonar jamás, Formentera.


No quiero mentir.



martes, 16 de mayo de 2017

ON THE CAMINO. FIRST.

El 2017 empezó hace un tiempo, durante ese tiempo han ocurrido una serie de maravillas que ni en mis sueños podía imaginar.

Dan para varias entradas, pero no me gusta cansar y mis musas me tiene distraído jugando al Animal crossing (cruising no, Crossing). El tardar es por pura pereza, no lo puedo negar, así que olvidad lo de las musas.

 Una de las maravillas es que haré el camino de Santiago. Puede ser que cuando publique la entrada esté de vuelta ¿Quién sabe? pero hacerlo, lo haré.

 Os voy a contar el porqué de este camino iniciático. He de decir que hacerlo me interesaba lo justo, por no decir nada. Hay una forma de decirlo, bastante ordinaria, pero no voy a reflejarla por escrito, mi decoro y mi saber estar me lo impide, menos aun después de ser el presentador de un evento maravilloso que se hizo hace unas semanas.

Estar caminando con zapatillas trekking, que aunque me gustan, que no pegan con nada, ampollas en los pies, durmiendo en literas con 80 personas que roncan y se tiran pedos tampoco es mi ideal de viaje perfecto. Tengo que decir que yo soy un tractor John Deere cuando duermo, pero como no me oigo, pues no me preocupa lo más mínimo. Pero oír roncar me desestabiliza mogollón.

Os relataré mi primera experiencia en dormir en habitación compartida. De esas que hay muchas personas y que aparecen en mitad de la fría y oscura noche.

Últimamente cada que vez que salgo lo hago con él, mi Querido Amigo es alto como una pica y gracioso como el solo. Nuestro destino fue Valencia, maravillosa ciudad, algo exagerada, pero fantástica. Decidimos hacer un fin de semana estilo universitario, os tengo que decir que tenemos una cintura muy teenager. 

Pues eso, que nos fuimos a un hostal en una habitación compartida, con 12 creo. No soy de los que se deja llevar, pero en nada. Pero aquí intente no ser Virgo y dejarme llevar por mi Ascendente, Capricornio.

El día paso de la forma más genial posible, recorrimos lugares, tiendas, hasta la Albufera fuimos. No nos quedó nada, bueno alguna visita nos dejamos por hacer, tengo que tener excusas para volver.

Llegamos al Hostal así como a las 01:30. Al abrir la habitación hizo regresar a mi signo zodiacal. 6 literas, amontonadas, una ventana abierta de par en par. Lo que no sudé en todo el día, lo hice en segundos. Fui veloz a cogerme la cama de arriba de la litera, tengo la manía que el que se acuesta abajo queda aplastado si ocurre un terremoto grado 5.6 escala Richter. Q.A. te quiero mucho pero aún me quedan sueños que realizar.

Estaba tumbado y no veía la hora de coger el sueño. Me había tomado un comprimido pequeñito, pero matón, y no hacía ni el más mínimo efecto. Miraba a mi Q.A dormir a pierna suelta y me entraban ganas de aplastarle, porque me costaba a mi dormir y a él nada. ¿Me los sabrás perdonar?


03:00 entra en la habitación una sombra. Es menuda, en principio un hombre. Viene derecho a mi litera y empieza a tocar las mantas. Me incorporo de forma inmediata estilo Vampiro, le digo en tono elegante y directo: ¿Quiere algo Usted?  Él me contesta con acento árabe: ¿esta es mi cama?... me emerge el sudor de ipsofacto, le digo que, como bien ve, NO. Se aleja con un perdón y mascullando unas palabras que no pude entender, no se árabe, qué se le va a hacer.

Me tapé hasta la nariz. Y como tenía visión nocturna, como un X-men, me quede embobado mirando a mi nuevo compañero de habitación. El clima de tensión que vivimos con nuestros vecinos de abajo del Mediterráneo no es muy bueno. Los que somos creativos y miedosos no nos viene muy bien ese ambiente hostil.

Pues eso, que me quedo mirando a ver lo que hacía. De repente sube a la litera y lleva una mochila. ¡¡¡UNA MOCHILA!!!. Mis terrores materializados como por arte de magia. 

De repente empieza a hacer genuflexiones. No estoy nada puesto en el Islam, pero ni era la dirección de la Meca ni era las horas para hacer rezos.Me asaltan unas visiones: abriendo el noticiero de A3, T5, 6 y demas cadenas de TV. 

Con el brazo intento alertar a Q.A. Le relato en voz baja y temblorosa lo que había ocurrido y me hace aspavientos. Dudo quién se tomó al final el comprimido si Q.A. o yo. 

Sigo en mi intento de querer despertarlo para que hagamos de héroes. Bueno el de Héroe, yo salir cortando. Pero mi gozo en un pozo, Q.A. me dice que como siga con mis delirios me degüella Él.

No me quedo muy tranquilo. Pero no quiero cabrear a Q.A... Al final vuelvo a despertarlo, no puede ser mi final así, con un: Ala es grande, que estoy seguro que lo es. No puede ser así el final de un chico que ha perdido 20 kilos en 4 meses.

Q.A abre los ojos, me mira, con una intensidad tan grande que no hizo falta más que decir. Me dio más miedo sus pupilas encendidas que un machete. Meto el brazo bajo las mantas baratas con olor a alcanfor e intento relajarme. De repente empieza a roncar mi compañero de habitación, inexplicablemente me relajo y me asaltan los remordimientos.

Mirando al nuevo roncador pienso que el miedo se ha instaurado en nuestra sociedad, parte de ese miedo lo tienen las altas esferas. Miedo a casi todo, pero sobre todo miedo a nuestros semejantes. Es muy triste prejuzgar, como lo he hecho, a un chico que venía de…de donde fuera. Venía a descansar y tenía la necesidad de rezar a su Dios. 

El temor adquirido de forma gratuita, me hizo ver un terrorista en potencia. Una mala persona en un inocente. Me enfado conmigo mismo por tener esa actitud. 

Al día siguiente le deseé unos buenos días a mi compañero, mirándole a los ojos. Creo que me entendió, ya que me sonrió, pero de una forma especial. Salí de la habitación emocionado y avergonzado.

Desayunando con Q.A. me dijo que o acabo con mis prejuicios y pavores o me los quita a base de Ostias. Otra noche así y no te hablo en el resto de mi vida, me dijo. Acto seguido me da un abrazo y me dice que no lo haría nunca, dejarme de hablar, claro por que Ostias nos damos cada vez que nos vemos.

 Me propone que hagamos el camino de Santiago, eso sí 5 días. Que con esos 5 días parte de mis miedos infundados se irán. De forma inmediata accedo, sin pensar. Hacer el camino se hizo atractivo en un pluff.

No se cómo me ira, mi actitud es positiva y los calcetines son anti rozaduras. Voy con la mente abierta y unos bastones que me deja Lou. Intentaré no matar a nadie que me diga Buen Camino. Llevaré un tableta de comprimidos pequeños y los prejuicios se irán a tomar viento.

Esta es la primera parte de la entrada "On the Camino" , primera de algunas más. Q.A. dice que debo escribir más. "Escribir espanta tus fantasmas, Antoñico" me dice. 

He  visto por Google maps que en mi primer trozo de camino hay un mega puente larguísimo con un río enorme… voy a empezar a escribir sobre ese puente ya.