Es de sobra conocida la fobia que
crea la palabra encasillar a ciertas
personas. Es oír una etiqueta sobre algo y sacan las uñas para recriminarte que
no poseemos ningún derecho a crear una sentencia sobre esa cosa o persona.
Como
si decir que un suéter es azul sea enjuiciar dicho suéter. Es azul, pero puede
ser precioso, feo, de buena calidad o trapero (como los de Shana). Yo lo veo azul,
lo demás no lo opino yo.
Siempre me ha gustado ponerles un
mote a todos los que me rodean, porque así me resulta más fácil recordar los
nombres de pila con sus apellidos, que a veces son muy repetitivos.
Por poner un ejemplo, tengo una
amiga que tiene un nombre muy común; es precioso, pero común a más no poder. Nada
más conocerla, le hice un análisis tipo escáner del aeropuerto JFK y me vino a
la cabeza Flor. Y para es mí es Flor.
Los motivos por los que le puse el nombre son privados, pero he de decir que casi
se ha convertido en su nombre de pila.
Siguiendo el hilo de lo que os
acabo de comentar, me veo en la obligación de contaros cómo llegó a mí un
baremo secreto y antiquísimo que poseo ya casi diez años.
Dicho baremo tenía el
poder de definir a los gais allá por los 90, superdécada lejana donde se
atisbaba ya lo que sería el universo «Bandera arcoíris».Se encontraba celosamente
guardado en la capital de Albacete, donde lo custodiaba mi querido J.C. —debo
mantener su anonimato—, y me fue transmitido una Navidad. Por aquel entonces yo
estaba con un amigo suyo y mi querido J.C. es lo único que conservo con alegría
y amor, ya que los demás recuerdos son confusos y están impregnados de Primperan.
Después de tantos rankings de
alfombras rojas, tests de la revista Super
Pop y estampidas de los colaboradores de Sálvame y demás boberías, os describiré dicho texto antiguo y
revelador. Os aseguro que después de leerlo, nada será igual.
Os evitaré la introducción,
porque es larga y como deja de ser un secreto, pues me la salto.
El universo gay se divide en 6
tipos: desde el más rudo hasta el más blando. A continuación os lo detallo.
Oso: gay peludo, gordito,
con una indumentaria muy de la parte alta de Wisconsin. La camisa de cuadros,
las botas y la barba son señas de identidad muy marcadas, pero actualmente, esta
imagen está muy desvirtuada, ya que me he encontrado a muchos con esta estética
que son tan amanerados como «la colza» (travesti maligna que nunca muere). Se
trata solo de una guía orientativa, los osos ya no son como antaño.
Burraquito: garrulo,
hortera, sin ningún tipo de feminidad. Este tipo engaña mucho en nuestro
ambiente, ya que en ciertos locales que el susodicho frecuenta, despista y crea
confusión. No se sabe si viene a ligar o es que se ha equivocado de lugar de
copas, pero al sonar alguna canción de Lady Gaga o RiRi, se pone a bailar como
un descosío. A mí me produce mucha
curiosidad porque en el pueblo donde vive suele ser una cosa y fuera de su pueblo, otra; y
con una normalidad pasmosa.
Muchachito: este es el que
más me gusta. Como su nombre indica, es un chico normal. Posee esa normalidad
de la que te enamoras locamente. Puede ir de montañero, de pijo (estos son mi
predilección), de clásico, de grunge, de rockero… Tener un novio así es lo
mejor que te puede pasar, pega con todo. Yo, mal que le pese a muchos, tengo
este estilo. Aunque cuando era delgado fui….
Domadora de ponis: esta definición
es muy rocambolesca. Nunca supe el porqué del nombre; la definición, sí. Es una
variante del muchachito pero con un toque lycra y/o moderno. La domadora de
ponis tiene que saber estar y sabe cuándo colocarse la camiseta de escote. Va
al trabajo hecha un muchachito pero cuando se desmelena, el pitillo con las
zapatillas blancas son más suyos que el carísimo pendiente de Lola flores. Yo
fui, hace mucho, domadora de ponis.
Gacela: este tipo solo se
da en la juventud. Se trata de esa clase de marica con pluma, liendres y ego
para dar y vender. Suelen ser arrogantes y modernas (esta definición es pura ironía).
Siguen a rajatabla las propuestas de cadenas de ropa low cost y cargan con un bolso enorme para llevar únicamente las
llaves, el teléfono móvil y la cartera (junto con alguna papelina). Huyo de
ellos, ya que suelen hacer de su vida un espectáculo cabaretero de relleno
entre dos actuaciones.
Ñusa: este apartado es muy
jugoso, ya que debido a la creciente moda de la metrosexualidad —más conocida
como amariconear machos—, se ha
dispersado cual virus de Internet por toda la población. Hay muchas versiones y
también cierta confusión a la hora de definirlos, pero yo dispongo de la verdad
contada de primera mano. Una ñusa es una gacela vieja, así sin más. Se siguen comportando
del mismo modo pero con más edad y diferente cuerpo. Se resisten a envejecer,
se afeitan todo el cuerpo, lo que antes era músculo y piel turgente ahora es
hebra y piel quemada por las interminables horas de pie plantón en cualquier
playa gay que se precie. Podría extenderme más, pero mi conciencia me dice que
cierre el pico.
Travesti: es el último tipo
y poco puedo aportar; todos sabemos qué es un travesti.
Os tengo que decir que este
listado ha crecido y creo que se ha duplicado, pero se podrían clasificar como
subespecies nacidas de las anteriormente citadas. Entre la domadora y la gacela
podría enumerar por lo menos 15 y entre la ñusa y el travesti, 35. Pero como os
decía antes, en la cadena evolutiva de las clases de maricas, esto sería como el
manual darwiniano.
Podéis llamarme malo, recriminarme
que no paro de criticarlo todo. Y no os falta razón: de un tiempo a esta parte,
así es como me divierto.
Todos los libros de auto ayuda que he leído en los últimos años me llevan a lo mismo: me río poco, más bien nada; necesito aprender el arte del cotilleo y el critiqueo; hago vanos intentos con el "Sálvame" pero en pocos minutos mi cara es una losa de piedra y mi conciencia se autocombustiona en vergüenza y culpabilidad.
ResponderEliminarQue sepas que te tomo por maestro y que me carcome la peor de las envidias.¡Me ha encantado!
(Esto va para el comentario anterior) A ver "Gacela" ponte a la cola que aquí ya hay un "muchachito" esperando al "oso clásico y pijo" que ha escrito este artículo. Cada vez mejor, Antonio!!!!!!
ResponderEliminarYo sólo conocía a los osos y a los travestis. Lo de domadora de ponis me encanta, me recuerda a la profesión de Zapatero, supervisor de nubes. Pero lo que deberías de haber hecho es poner una foto que ilustre cada una de las clases de gays, por que así a lo vivo, los que no entendemos ni frecuentamos el ambiente, como que nos cuesta un poco. ¿Por cierto Yustin Biber ese, a qué género pertenece?
ResponderEliminarJAJAJA Buenísimo....la colza» (travesti maligna que nunca muere) XDDDD
ResponderEliminarMe encantas, eres estupendo escribiendo. Lamentablemente no hay casi muchachos o están todos cogidos, en cambio las gacelas y las domadoras se reproducen por esporas. Y también te quiero mucho, besicos
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