lunes, 27 de septiembre de 2021

AND JUST LIKE THAT...

 La cartomancia es una de mis pasiones, no puedo negarlo, y si me habéis leído lo habréis notado. La verdad sea dicha, todo arte adivinatorio me fascina. Tengo una amiga que tiene el don de interpretar y acertar mucho cuando realiza la tirada de tarot. Lo que más me gusta es que al final dice que por mucho futuro escrito, eres quien decide si optas por ese futuro que dicen las cartas o por otro alternativo.

 

A comienzo de año, servidor llamó a tan querida amiga. Me temblaban las piernas de emoción. Cuando realizó la tirada, me dijo:

 

“Veo poco cambio, más o menos sigues igual, aunque veo un suceso o contratiempo, pero después de un viaje donde vas a disfrutar y aclararte mucho. Sigues soltero, aunque veo a alguien del pasado cercano que vuelve a visitarte, pero, en definitiva, no veo muchos cambios, a no ser que declines esto y decidas hacer otra cosa”.

 

Se quedó tan ancha, y yo, emocionado por ese viaje, por ese pasado cercano…

 

El año empezó regularcillo, seguía mi particular duelo, con ansiedad y tristeza. Con el fallecimiento de mi padre tuve que pedir ayuda psicológica y medicamentosa. No podía gestionar solo esas emociones tan intensas. A esto había que sumar que mi tío Manolo falleciese a mitad de enero. Era bastante triste todo lo que me rodeaba. Cuando no era que sentía desazón, era que me venía una irritabilidad por cosas que antes no sentía, y todo con unas ganas de llorar tremendas, que ahogaba muchas veces. Un batiburrillo de emociones que intentaba esconder detrás de mi sonrisa.

 

En junio, después de muchos bailes de fechas, nos reunimos casi todos los primos en un pueblo pequeñísimo al sur de la provincia de Teruel. Allí reposaban, desde el crudo invierno, los restos de Manolo junto con los de mi querida tia Juanita. Fueron 5 días preciosos, en los que hicimos muchos paseos por prados de cereal verde y olor a hierba fresca, tardes largas con luz naranja, noches de luna llena y la paz que solo se da en la España vaciada. 

 

Tenia razón mi tarotista, en mi mente se disipó mucho pensamiento inservible. La decisión de dejar de tomar la medicación dio paso a otra decisión que tenía que ver con dar un nuevo rumbo a lo que hacía. En mi trabajo no me sentía tan bien como al principio, apenas tenía química con mis compañeros y no hacíamos ningún esfuerzo para llegar al entendimiento, pero, en cierto modo, me daba pena todo. 

 

Así empezó el verano, con ese sentimiento contradictorio, pero a mitad de julio, un lunes, para ser exactos, y casi sin esperarlo, cuando intento entrar a mi puesto de trabajo, mi compañero y jefe de tienda me dice que no siga caminando y que me siente, ya que tiene que decirme una cosa: “No estás al 100 por 100 y la tienda va fatal, necesitamos un equipo fuerte y tú no formas parte de él” La confusión da paso a la extrañeza para luego convertirse en sensación de frio. Le recrimino las formas, pues después de 6 años me estaba tratando como un paria. Me pide perdón y me dice que cumple órdenes, “las cosas se hacen así, yo solo cumplo órdenes”, repite dos veces, firmo con el clásico “no conforme” y me marcho.

 

Nada más salir llamo a la chica que dio la cara para entrar a trabajar allí, muda se queda. Al  colgar me viene una sensación de nostalgia por no haber trabajado con ella, todo hubiera sido diferente. Empiezo a emocionarme y a sentir ansiedad.

 

Llamo a QA para contárselo también, y otra persona que enmudece, pero al instante me dice que le pase mi currículum, le tengo que colgar, ya que mi emoción da paso a las lágrimas, no me parece buena idea preocuparlo más. Después de hablar con él, me lleno de ganas de seguir llamando a mis amigos para desahogarme, pero luego se esfuman, ahora quisiera llegar lo mas rápido posible a mi casa para meterme en mi habitación y no escuchar nada. Este vaivén emocional me da miedo, no quisiera volver a pedir ayuda otra vez.

 

En el coche estuve a punto llamar a un amigo especial que tuve el año pasado, que vive a caballo entre Asturias y EEUU, aunque dudo porque no sé si me va a coger el teléfono, además de que tampoco quiero molestarlo, hace tiempo que no hablamos. Con emoción y nostalgia desisto, pues, de marcar su número.

 

En ese momento mi querida amiga de los Pirineos me llama para ver cómo empiezo la semana. Al contárselo todo me dice que me saca un billete de avión para ir a Biarritz con ella, tengo que colgarle, empiezo a llorar otra vez, pero no de pena, sino de alegría.

 

Tenía que interiorizar todo lo que me había ocurrido, la carta que había firmado, el trabajo que acababa de perder, el cual no me hacía feliz, también os lo digo. Me venía a la mente la frase que me dijo mi ex compañero durante el escaso minuto que duró todo: “cumplo órdenes”. Me lo dijo varias veces, olía raro. Tiempo después supe que no cumplía ninguna orden, que todo fue orquestado por él y por las otras dos compañeras. Dijo que no era válido y que tenía una negatividad de la cual estaba harto. 

 

Quiero contaros una anécdota y cerraré capítulo. La semana antes de mi despido, el “señor trabajador” estuvo saliendo en horario laboral a comprarse un traje para el bautizo de su ahijada. Si no recuerdo mal, fueron dos días, y yo estuve ayudándole en la elección de dicha indumentaria, con mi buen gusto… Pues así todo. Intentaré no quedarme con nada malo ni bueno de esta experiencia laboral. Aunque me habían decepcionado, la sensación de romper esa relación laboral con ellos era la parte positiva. 

 

Al día siguiente, martes, amanecí otra vez con ansiedad. La reclamación de mi indemnización por via judicial y el hecho de tener que alistarme al paro no era plato de buen gusto. Cada vez que relataba la historia del despido notaba el afecto y la cercanía de la persona a la que se la contaba, se me saltaban las lágrimas, eran de emoción, no sé si de pena o de alegría o todo mezclado, estaba empezando a cansarme de estar hecho una breva.

 

El miércoles al mediodía tenía la cita con la abogada. Antes de empezar relatarle a la letrada todo el suceso, sonó mi teléfono, era un número fijo de Murcia, cuando lo descolgué, me dijeron: “Hola, acabo de ver tu currículum. ¿Quieres hacer una entrevista?”.  Accedí y quedamos por la tarde. De repente empecé a tener los nervios de una cita Tinder, no sabía cómo actuar, qué ropa ponerme… aunque decidí que solo tenía que decir la verdad. 

 

La entrevista transcurrió como una charla, yo me sentí cómodo. Me preguntó por qué me había ido y le respondí que no me había ido, sino que me habían despedido. Cuando acabó me dijo que quería que trabajara con ellos. Tuve que ahogar las lágrimas, que querían salir a chorros. La semana, que había empezado con una carta humillante, se arregla a mediados al descolgar un teléfono. Alguien que no conoces de nada deposita confianza en tu valía y te da una oportunidad. 

 

Pues como ya os podéis imaginar, ya no trabajo en Afflelou. Ahora mi vida laboral es otra, el aprendizaje, junto con la ilusión, vuelven a formar parte de mí. Voy a tener menos sueños donde crea que todo lo puedo conseguir, solo quiero hacer bien mi trabajo, y lo que me venga de extra, lo disfrutaré como he hecho siempre. No quiero dejarme seducir por ese espíritu tonto del Mindfulness laboral que durante 6 años estuvo rondándome. 

 

Y por último, añadir que, por supuesto, no tengo vidas para agradecer a Eladio ese amor fraternal tan imperfecto y necesario, por enviar un mail, por estar siempre acompañándome en cada momento y cada paso que doy en la vida. Algún día haré una entrada para dedicarla a todos los que forman parte de mí, porque también soy parte de ellos y es bonito de verdad.

 

P.D.: En este relato no hay humor, pero os aseguro que sí que hay una sonrisa como la que tengo en mi estado de WhatssApp.








lunes, 14 de junio de 2021

THE STORY CONTINUES

 

Acabo de leer la última página de “Niadela”, el libro que ha escrito Beatriz Montañez en su elegida y dura soledad. Una historia que me enganchó nada más empezar. Tiene como punto de partida, es mi opinión, la muerte de su padre. ¡Y ya no cuento más! Pero tengo que deciros que ella dio un paso atrás para seguir mirando hacia adelante, con sus tiempos, los que ella decida.

En el momento en que alguien se marcha para siempre es cuando tu vida empieza a girar, a moverse otra vez, aunque también se puede parar, que tampoco es malo.

Hace ocho meses que mi padre falleció, hace ocho meses que mi vida se paró… Antes de ocurrir el deceso, sentía que mi vida no tenía el control e iba a un ritmo muy acelerado, eso en un virgo con ascendente capricornio es signo de fatalidad. Las mil y una sensaciones que tenía me estaban generando ansiedad. La mesura y el sosiego son muy importantes para mí. Hay un refrán que dice que los cocidos se hacen a fuego lento.

Al pisar el freno como de repente, todo se confabuló para que volviera a la casilla de salida, a casa de mis padres, en la que ahora vive mi madre solica. Dejé mi querida Alberca para irme a Desamparados, un pueblo al que nunca me he sentido vinculado. Volví con otros ojos, quería descubrir qué tiene este villorrio de especial para que mi familia paterna lo tenga en tan alta estima.

Los paseos por la huerta no eran comparables a los del monte murciano, pero tengo que decir que el olor a azahar y la brisa de levante empezaban a gustarme. Aunque lo que más me estaba gustando era volver a ver con más asiduidad a mis amigos, tanto los nuevos como los viejos. Encuentros de todo tipo, ya fuesen paseos por un paraje lleno de abejas un poco hijas de puta como aperitivos en algún parque…, entre otras cosas.

De siempre me ha gustado escuchar y opinar de todo. Mis amigos ven en mí a un confesor, y también a un buen juicioso. Dar mi punto de vista o una sentencia era mi forma de poner la guinda, de tener la última palabra. Aquí es cuando me he dado cuenta de las mil y una formas de relacionarnos que tenemos. Todos mis queridos amigos tienen su particular forma de hacerlo con semejantes, con animales y hasta con casas.

Algo ha cambiado dentro de mí. Solo quiero escuchar y observar, mirar y prestar atención. 

En estos ocho meses me he dado cuenta de que se empiezan relaciones con un suceso que, por norma general, distancia personas, que se dan oportunidades aún sabiendo que la vuelta puede ser un fracaso muy doloroso, que una casa que no aísla ruidos puede desestabilizar mucho, que un matrimonio nunca es para siempre, que un divorcio es la solución aunque de vértigo la decisión, que la familia siempre la tienes si la cuidas, que una tarde en una terraza donde escuchas música y hablas, puede sanar más que las medicaciones, y que la mejor forma de pasar los duelos es sin forzar ningún sentimiento ni enmascararlo. Todo tiene su tiempo y todo tiene su particular forma de sentir.

Todo este tiempo que llevo observando y escuchando, no es que me haya hecho más sabio, sino que me ha servido para tener un no-juicio que me está ayudando a ver la vida de otra forma, más tranquila y más enriquecedora, a no valorar ningún suceso por enrevesado que sea. Mi respuesta a casi todo lo que me cuentan es: “¿Te hace sentir bien? Quédate con eso y no me marees más, cariño mío”.

Ya ha pasado algún tiempo y mi vida continua. Observar y escuchar empiezan a hacer hueco a actuar, sentir y reír. No sé si quiero una mejor versión de mí mismo, pero sí sé que quiero hacer lo que me dé la gana. También me acuerdo de mi padre. Quisiera cerrar este artículo con una mención a él, con una estrofa de una canción que seguro que le hará sentir mucho en el plano astral donde esté ubicado. Me gustaría que lo que vais a leer lo cantárais.

“Adiós papá, adiós papá, consígueme un poco de dinero más….más dinero!!!!”




domingo, 31 de enero de 2021

ES TODO LO QUE HAY

 “Tienes que definirme qué es para ti una relación de pareja. Ese va a ser tu ejercicio de este mes”. Así concluyo la última sesión con mi psicóloga, que es muy certera ella.  Al salir de la consulta supe que era una pregunta trampa y algo rebuscada, aunque en principio me pareciera fácil de responder. 

 

En mi opinión, la idea de relación amorosa la vamos forjando con las informaciones que vamos recibiendo a lo largo de nuestra vida, y que a mí me han llegado a través de tres fuentes principales: el matrimonio de mis padres, el cine y la música. Y paso a desarrollar tal afirmación.

 

El matrimonio de nuestros padres suele ser la referencia más importante, tanto para bien como para mal. En mi caso fue para muy bien, pues mis padres se estuvieron queriendo el uno al otro cerca de cuarenta y ocho años,  hasta que mi padre falleció hace algunos meses. Ahora el amor sigue vivo en el recuerdo de mi madre. Esta preciosa historia no la puedo contar aún, pues me sigo emocionando mucho. Una familiar indirecta me dijo que hay un momento en el que la tristeza da paso al cariño cuando recuerdas al que se fue, pero ese momento todavía no me ha llegado.

 

El cine. Este universo ha hecho que cada uno de nosotros tenga una visión muy dramática del amor. No es mentira si digo que he fantaseado con un Richard Gere con un ramo de rosas o un reloj de Omega Seamaster, o las dos cosas juntas, prometiéndome amor eterno con un cuarteto de cuerda de fondo… Creo que el cine ha sido la referencia más nefasta que he tenido, me hace idealizar un amor que no existe. Ni está Richard, ni nada por el estilo. El amor es mucho más sencillo y normal.

 

Y por último, la música, que siendo para mí mucho de todo, el mundo “relaciones” también podría ser, ya que toda mi vida está compuesta de una gran selección de piezas muy diversas, en la que prima la nostalgia, el minimalismo y algún toque de electrónica. Vamos a ver, como tal no es referencia, es más un acompañamiento, pues cuando estoy enamorado suenan muchas canciones, y cuando sufro de desamor, muchas más. 

 

He pensado decirle a la psicóloga: “Me es difícil resumirte una definición como un diccionario Espasa. Chica, las relaciones las concibo como una cosa, pero al final se vuelven otra. ¿Por qué definir si con cada amor que he tenido ha sido todo muy diferente? ¿Cómo definir cuál es mi definición? No quiero que me mareen, pero tampoco que me ignoren…”



 

Escribiendo esta nueva entrada me viene a la cabeza la canción de Peggy Lee “Is That All There Is”, pues me parece una forma estupenda de acabar. ¿Es todo lo que hay? Sí, es todo lo que hay. Dejemos la bebida (deja o bebe más, haz lo que te dé la gana), y bailemos. Tarari tarariiiraiiii