lunes, 14 de junio de 2021

THE STORY CONTINUES

 

Acabo de leer la última página de “Niadela”, el libro que ha escrito Beatriz Montañez en su elegida y dura soledad. Una historia que me enganchó nada más empezar. Tiene como punto de partida, es mi opinión, la muerte de su padre. ¡Y ya no cuento más! Pero tengo que deciros que ella dio un paso atrás para seguir mirando hacia adelante, con sus tiempos, los que ella decida.

En el momento en que alguien se marcha para siempre es cuando tu vida empieza a girar, a moverse otra vez, aunque también se puede parar, que tampoco es malo.

Hace ocho meses que mi padre falleció, hace ocho meses que mi vida se paró… Antes de ocurrir el deceso, sentía que mi vida no tenía el control e iba a un ritmo muy acelerado, eso en un virgo con ascendente capricornio es signo de fatalidad. Las mil y una sensaciones que tenía me estaban generando ansiedad. La mesura y el sosiego son muy importantes para mí. Hay un refrán que dice que los cocidos se hacen a fuego lento.

Al pisar el freno como de repente, todo se confabuló para que volviera a la casilla de salida, a casa de mis padres, en la que ahora vive mi madre solica. Dejé mi querida Alberca para irme a Desamparados, un pueblo al que nunca me he sentido vinculado. Volví con otros ojos, quería descubrir qué tiene este villorrio de especial para que mi familia paterna lo tenga en tan alta estima.

Los paseos por la huerta no eran comparables a los del monte murciano, pero tengo que decir que el olor a azahar y la brisa de levante empezaban a gustarme. Aunque lo que más me estaba gustando era volver a ver con más asiduidad a mis amigos, tanto los nuevos como los viejos. Encuentros de todo tipo, ya fuesen paseos por un paraje lleno de abejas un poco hijas de puta como aperitivos en algún parque…, entre otras cosas.

De siempre me ha gustado escuchar y opinar de todo. Mis amigos ven en mí a un confesor, y también a un buen juicioso. Dar mi punto de vista o una sentencia era mi forma de poner la guinda, de tener la última palabra. Aquí es cuando me he dado cuenta de las mil y una formas de relacionarnos que tenemos. Todos mis queridos amigos tienen su particular forma de hacerlo con semejantes, con animales y hasta con casas.

Algo ha cambiado dentro de mí. Solo quiero escuchar y observar, mirar y prestar atención. 

En estos ocho meses me he dado cuenta de que se empiezan relaciones con un suceso que, por norma general, distancia personas, que se dan oportunidades aún sabiendo que la vuelta puede ser un fracaso muy doloroso, que una casa que no aísla ruidos puede desestabilizar mucho, que un matrimonio nunca es para siempre, que un divorcio es la solución aunque de vértigo la decisión, que la familia siempre la tienes si la cuidas, que una tarde en una terraza donde escuchas música y hablas, puede sanar más que las medicaciones, y que la mejor forma de pasar los duelos es sin forzar ningún sentimiento ni enmascararlo. Todo tiene su tiempo y todo tiene su particular forma de sentir.

Todo este tiempo que llevo observando y escuchando, no es que me haya hecho más sabio, sino que me ha servido para tener un no-juicio que me está ayudando a ver la vida de otra forma, más tranquila y más enriquecedora, a no valorar ningún suceso por enrevesado que sea. Mi respuesta a casi todo lo que me cuentan es: “¿Te hace sentir bien? Quédate con eso y no me marees más, cariño mío”.

Ya ha pasado algún tiempo y mi vida continua. Observar y escuchar empiezan a hacer hueco a actuar, sentir y reír. No sé si quiero una mejor versión de mí mismo, pero sí sé que quiero hacer lo que me dé la gana. También me acuerdo de mi padre. Quisiera cerrar este artículo con una mención a él, con una estrofa de una canción que seguro que le hará sentir mucho en el plano astral donde esté ubicado. Me gustaría que lo que vais a leer lo cantárais.

“Adiós papá, adiós papá, consígueme un poco de dinero más….más dinero!!!!”