martes, 7 de abril de 2020

HERE COMES THE SUN



¡El tiempo que hacía que no tomaba el sol! Cada rayo que absorbe mi piel me proporciona vitamina D, tranquilidad y un tono dorado solamente en mi cara, ya que estoy en el mini balcón en pijama. Este momento es de dejar que fluyan los mil y un pensamientos por mi cabeza. Pongo música y dejo  la puerta de mi mente abierta.

Los primeros pensamientos son cómo estará pasando mi familia al completo este confinamiento, seguido de la sudadera de Carven que me he comprado en una tienda de segunda mano. Luego están los cotilleos  de todos los que me rodean y el pelo de tejón trasquilado que se me está quedando (no sé pasarme la cortapelo, lo sé. ¿Qué clase de maricón estoy hecho?). Pero si hay una reflexión que va y viene es: ¿Qué va a ocurrir de aquí en adelante después de esto?

Esta cuestión me tiene con sentimientos encontrados. Las dos posiciones las debato con igualdad de argumentos.

Está el “Sí cambiamos”: Este parón está despertando en toda la sociedad un pensamiento optimista, donde se están generando muchos vínculos y nos sentimos más cerca, nos ponemos en la piel de todos, ya que este virus no conoce clases ni razas, aunque sí conoce edades y enfermedades. Diría que el amor está más vivo que nunca, aunque haya una ola hater por las redes sociales; la conciencia está abriéndose hacia el cambio de actuar con solidaridad,  de un modo más eco-responsable; esas comunidades de vecinos que se ayudan entre sí (este no es mi caso); y más noticias bonitas que nos llegan por todos los canales.

Ahora detallo el “No cambiamos”: Sigo viendo gente salir por la calle caminando, cuando voy al súpermercado no hay orden ni sentimiento de caridad, la mezquindad de los políticos, que intentan aprovecharse de sacar rédito electoral, las toneladas de mascarillas en el mar... Cada país intenta esconder el número de muertos por este virus para un recuento especial. ¡Es asqueroso! Acumular se ha convertido en una premisa para todos, “almacenar y que no falte”, y el que venga detrás que se aguante. Las compras por Internet se duplican, las páginas de contactos echan humo, y sigue habiendo gente que antepone poner los ojos en blanco a la salud de nuestros mayores.

He detallado algunas cuestiones que se enfrentan unas a otras. La verdad es que me puede más veces el No que el Sí. Aunque un perfume dijo que “la ternura moverá el mundo”, este refrán no es lo que veo. Ahora estamos confinados, pero en salir todo volverá a ser lo mismo. Porque no espero muchos cambios desde arriba. Escribiendo esta frase última, que iba a borrarla, pienso que todos tenemos una particularidad muy arraigada: esperar a que todo cambie para sumarnos al cambio que tanto ansiamos. ¿Pero no será más fácil cambiar tú y el entorno que te rodea?, pregunto. Por ejemplo, un comercio justo, sin productos manufacturados en régimen de esclavitud, donde la materia prima no sea una amenaza para el ecosistema. El cambio empieza en leer más etiquetas antes de comprar y en que prime el sentido común.

Esta vorágine en la que vivimos, en donde el freno no se cuestiona, y hay que producir, crear y ser viables a costa de nuestra vida,  ha tenido que venir un ser microscópico para decirnos que por ahí, no. Para ser francos, el virus no entiende de filosofías de vida ni le afecta la odiosa canción del Dúo Dinámico, pero vamos a creernos un rato esto del karma cósmico de este frenazo y así podemos empezar otro camino que puede ser mucho más beneficioso, gratificante para ti y todo tú alrededor, que es por donde se empiezan los grandes cambios. Pongo  la segunda persona del singular primero (recalco el “TI”) para que entendáis que hacer tu vida más eco-sostenible, no solo beneficia al Amazonas y demás zonas vulnerables, que las sientes lejos. Es a ti a quien beneficias con la creación de un mundo mejor. 

PD: También quiero que se acabe esta moda de poner música en los balcones a todo trapo. Reproducen música de cuando llevaba las mangas de la camiseta extra largas, junto unos pantalones de campana arrastrando los bajos, música que creía que jamás volvería  a oír.