Acabo de sentarme en el
sofá, después de un fin de semana muy intenso. Empecé con una misa funeral, el
viernes por la mañana, que está grabado en mi memoria para siempre, y termino el domingo por la tarde en casa meditando y
sopesando muchas ideas que van y vienen, la dispersión mental tiene eso. La
forma de terminar los fines de semana empieza a ser siempre así y desde que soy
consciente de que pasarlo solo no es tan malo, los disfruto bastante.
Os contaré lo que pasó
por mi cabeza en el funeral de mi amigo Antonio, durante la hora y diez minutos
de preciosa ceremonia.
Debo decir quien es
Antonio López Baeza, esta vez pongo nombre y apellidos. La mirada con más vida
que he visto jamás. Un sacerdote amigo de quien quisiera serlo. Tenía la cura
milagrosa para cualquier problema, el amor era su medicina. Tenemos la grandísima
suerte de poder leer mucho de su pensamiento, era escritor y se pueden comprar
de forma fácil cualquier libro suyo. Como decía, prescribía amor y la vida su
mayor alegría. Compartí con él muchas conversaciones, mas por teléfono que en
persona. Siempre me decía que amara siempre, que no dejara de amar sin buscar
recompensa y que mi sonrisa era como un faro de positividad (yo siempre me he
visto una boca buzón).
Viendo los tiempos convulsos en los que
vivimos, su mensaje es muy aplicable. Amar y sonreír a destajo. El funeral
termino con una de sus últimas reflexiones, que repetiré mucho de aquí en
adelante. Dicha Reflexión es: Día feliz.
Voy a hacer hincapié en
los tiempos revueltos, veo que las uniones entre semejantes de un tiempo hacia acá no son por
amor, sino por Odio y miedo. Cierta nueva (antigua) política cree que en
diferenciarnos, ya sea con muros o con sentimientos nacionales son la solución
a los problemas socio ambientales que nos rodean. Observo con estupor gente con
formación académica (siempre he tenido en alta estima a este sector) como
dicen: esta vez debo votar a cual y no sé como por que la situación debe cambiar
¿Cambiar a qué?
No voy a hacer apología de ninguna ideología,
pero los salvadores de la humanidad nunca pueden ser excluyentes. Y hablar de números
en vez de personas, dice mucho de su catadura moral.
Tengo una anécdota mágica
que guardo de mi Añorado Camino de Santiago. Que bien podría resumir cual es la
forma de ver la solución a muchos de nuestros, inventados, problemas. Esta
anécdota tiene mucho del Amor que tanto prescribía mi querido Tocayo Antonio.
Una cosa es sabida del
camino, es que la conexión entre semejantes es muy fácil y las sensibilidad
esta a flor de piel.
Caminando con QA,
discutiendo y conversando, con ganas de dos cervezas en el cuerpo. Íbamos
riendo y manoteando como hijos de la Vega baja que somos. De repente hago parar
a Eladio para que entráramos en un bar muy bonito en medio de un paraje
maravilloso ( Todo el camino tiene unos paisajes de ensueño) y que acaba de
entrar un alemán cuarentón guapo a rabiar. Debíamos parar allí mismo.
Era espectacular la
ubicación, unas vistas a unos prados de cereales verdes junto con bosques de
nogales. El olor a hierba era penetrante y a dos mesas de la nuestra estaba el alemán,
que era más heterosexual que mis Padres. Pero la vista me la alegraba. Día
feliz
Las cervezas entraban
como el agua y el bocadillo de queso, anchoas y tomate ni te cuento. En eso
estábamos cuando una señora, que siempre veíamos a primera hora al salir del
albergue, se nos acerca. En un español italiano nos dice que si se puede sentar
con nosotros. Accedemos de forma inmediata, dice que le parecemos muy
simpáticos... Yo tengo que decir que me horroriza que entren a hablarme con esa
dichosa frasecita, los pelos de la nuca se me erizan como cuando a un gato le
enseñas una palangana de agua.
Pero mi intuición se equivocó
de forma estrepitosa. Ella se veía en la necesidad de sentarse con nosotros
para hablar y comentarnos que hacia un rato le habían dado la noticia, la enfermedad
de su hijo era al final más grave de lo que pensaba. Ante dicha declaración
optamos por escuchar, solo escuchar.
Y aquí llega la magia.
Nos pidió si podía abrazarnos. Que sentía que tenía que hacerlo, sin más nos
fundimos en un abrazo. Primero QA con ella y luego yo.
Mi abrazo fue de unos
minutos intensos donde sentí mil sensaciones. La compasión se mezcló con la
ternura y la esperanza que le intente transmitir. No nos conocíamos de nada y
en esos minutos tuvimos una conexión ancestral, era como si fuéramos compañeros
de vida.
El medicamento preferido
de mi querido Antonio era lo que necesitaba. El amor se manifestó y por unos
instantes fue palpable. Día Feliz
Encontrar semejanza y
sentirse unidos. No ver enemigo a, quien desde otra forma de vida, pase por
nuestro lado. Nuestra gran familia de
seres humanos debe tener la suma como principal bastión. Acabar con las barreras
a base de abrazos y miradas. Terminar este ciclo nuevo de miedo con el poder de
una sonrisa.
Gracias Antonio por tanto
amor que recetaste.
Día feliz