Hace
un largo tiempo que no me encuentro al 100% de mis facultades. Estoy
en una situación laboral intermitente, parece que el verano no se
quiere ir, tengo una relación sentimental indefinida, Belén Esteban
está engordando. Estas y muchas cosas más hacen que esté, por
primera vez, disperso.
Es
una situación bastante extraña, ya que siempre intento escuchar a
quien me habla, realizar mis labores centrándome en ellas, vivir en
el momento y dejar los sueños para la noche, después de mi sesión
de reiki.
Digo
que es extraña porque cuando me hablan, mi mente se va por otros
derroteros. El otro día estaba en una conversación sobre el cambio
climático —muy interesante—, pero la imagen que me venía a la
cabeza era la aparición triunfal de Belén Esteban. Qué tendría
que ver eso con Alicia. O en una cena donde se cotilleaba sobre una
pareja que se había divorciado porque ella es lesbiana —vamos, un
cotilleo divertidísimo—, dentro de mi cráneo sonaba el opus 131
de Beethoven y me veía caminando por Nueva York del brazo de… En
fin, que no me centro.
Intento
estar pendiente de todo lo que hago, del trabajo que me ofrece mi
querida Victoria, pero empiezo a colgar fotos y cuando me doy cuenta,
estoy limándome las uñas porque me parecen de drag
queen.
He de decir que me doy cuenta porque Victoria me da un collejón.
Hace
unas semanas buceé por la red para dar con alguna respuesta a tal
suceso anómalo. Al ver Alzheimer prematuro desconecté el PC. No
creo que porque lleve una temporada un poco olvidadizo tenga que
diagnosticarme una terrible enfermedad, así que hablé con Ana para
que me dijera que lo que tengo son tontadas. Esta última visión me
gusta más.
Me
he dado cuenta de que tengo muchas preocupaciones que me saturan. No
tener una estabilidad laboral, la no aparición de Belén (sí, ¿pasa
algo?), estar en un limbo sentimental, mi familia con sus achaques,
intentar hacerme a la idea de que no estoy gordo, que solo son tres
tallas más y demás cosas que pululan por mi cabeza hacen que no
tenga un discernir claro como antaño.
Sin
embargo, creo que este ofuscamiento y espesura, propios de un grunge
fumado, tienen sus días contados, ya que he dado con la cura: hacer
lo que me gusta, aunque todavía no lo tengo muy claro.
Pero
voy por el camino correcto. Asistí a una conferencia de moda y todo
sobre lo que hablaron quedó registrado en mi disco duro, disfruté
escuchando la ponencia en la que relataban y argumentaban que la moda
era arte. Al ver que había pasado tres horas atendiendo y
disfrutando de la charla, descubrí que no había estado pensando en
cómo se había tomado la Pantoja que su nieto viviera ahora en Éibar
o que a la chica que tenía justo delante se le marcaran las lorzas
sobaqueras en el infumable palabra de honor. No me importaba nada
porque estaba pendiente de la ponencia.
Que rollo espesura
transitoria.
Lo que me parece más grave es tu obsesión por La Esteban. Eso es peor que el puto alemán ese que esconde las cosas a los viejecitos. Y porqué te sorprende que el Kiko se haya ido a Eibar, tiene una pinta de aberchale, que sólo le falta la chapela (tamaño Manhattan) y el pañuelo hasta la nariz para dar un comunicado de esos con la ikurriña al fondo. Ken.
ResponderEliminarNadie ha podido describir mejor lo que me está pasando. Gracias por traducir mi cerebro.
EliminarTe quiero mucho.