Desde que nací soy
supersticioso. Me creo todo lo que se publica de todos, todas las predicciones
del fin del mundo y el tarót son clave en mi día a día Soy puntilloso hasta la enfermedad con
las situaciones cotidianas que dan mala o buena suerte. En el iPhone las apps de predicciones se mezclan con las de The Sartorialist.
Os voy a contar mi particular forma de ver el fin del mundo,
acaecido la semana pasada, durante la
madrugada del jueves al viernes. Antes de acostarme pensé que no quería morir.
No quería irme a otro plano astral si no había conocido aun el amor reciproco,
no había encontrado mi sitio en el que quedarme para no irme más y, también,
empezaba a adelgazar, no quería morir si
poder ponerme mis pantalones de la 40. Con semejante berenjena me dormí, pero
antes me fui a mi cajita de los deseos para tomarme un miolastan( hecho del que
no hay que enorgullecerse pero me induce a un sueño reparador). A las 3 de la
mañana me desperté con un sobresalto al ver luces naranjas intermitentes entrar
a mi habitación. Intenté gritar para
llamar a mis padres (soy del grupo treinta y pocos que aun viven con sus
padres) pero la voz no me salía. Había llegado el fin del mundo y, por mucho
que no quiera, el fin de mi existencia. En esos instantes me acorde de todo lo
que me falta por vivir. No podía ser así mi final, en una cama de 160Cm mas solo que la una. La
cordura se instauro al percibir que las luces estaban fijas y no eran
acompañadas de ningún estruendo, ese hecho me hizo levantarme y asomarme a la
ventana para ver el camión de la basura. Esa noche habían quedado para tomarse
un refrigerio toda la flota de Urbaser en el pub Mejoss( este ecléctico local
es la versión bar de Wisconsin con camareras del este que hay en una pedanía de
3000 habitantes dispersa)
El viernes por todo el día estuve mirando al cielo y revisando todas las noticias mundiales. Las
17:00 h fue el tope, me di cuenta que el mundo no se acababa y me la habían metido
otra vez.
Sábado por la noche fui invitado a una cena con un grupo heterogéneo
y muy divertido. Al llegar a mi armario para elegir cuan seria mi look decidí
apostar por el vintage, ya que yo adelgazaba, lentamente pero adelgazaba. La elección
fue una camisa blanca, un cárdigan granate (el nuevo negro según Vogue) una
pajarita, un blazer de lana y, la estrella, unos jean estrechos de 2006
firmados por sixtie. Estos Jeans fueron espectaculares cuando me los compre y
hace 4 años que están colgados espectacularmente en mi armario Pre-cáritas. Cuando
acabe de vestirme solo podía expresar una frase acompañada de lágrimas: ¡¡¡Me entran!!! Me están
ceñiditos pero me entran al fin al cabo. Entonces mi mente supersticiosa empezó
a elucubrar que algo bueno me ocurriría. Ese hecho no podía pasar desapercibido
en el universo, algo tan bueno como que te entren unos pantalones de la 42 daría
paso a cosas muy buenas, tanto como ligar y cosas del estilo.
Al llegar al restaurante, vestido como un pincel, me di
cuenta que me miraban demasiado, si digo demasiado es mucho más de lo normal.
Cuando entramos al reservado donde teníamos mesa vi que teníamos al lado a un grupo de garrulos
del pueblo donde pernocto. Eran 20 y se pasaron toda la cena diciendo: “EEEEEEEEEEHHHHH”,
fumando y gastando unas bromas sobre como ligarse a tias que pensé que nunca más las oiría. La pajarita cayó
al suelo, bueno me la quite yo, e
intente pasar lo mas desapercibido posible. Bebí tres copas de un vino, muy
bueno pero de presentación nefasta, que no consiguió que me desinhibiera, me
produjo un sueño mortal.
La noche acabo pronto. Ocurrieron cosas bonitas, no ligue
con nadie, me reí mucho y la vergüenza ajena de ver 20 garrulos sin sus mujeres hacer
bromas de pésimo gusto aderezó mi noche de los vaqueros ceñidos
Aunque me entraban
los pantalones (aun se me saltan las lagrimas al pronunciarlo) me sentí otra
vez que mi superstición me la metía doblada.
“Será el destino” y “Es mi destino” son frases que me vienen últimamente a mí alocada cabeza. Todo gira en torno al
él (hablo del destino, no del chico que me gusta). ¿Todo lo que nos ocurre es designio del sobrevalorado, y antes citado,
destino? ¿Sera una agilidad mental para no saber afrontar la falta de valentía
o ser demasiado precipitado a la hora de elegir?
Parte de mi vida la he pasado
agazapado esperando a que sucedan las cosas, sin luchar por ellas. Esperando y
actuando para que nadie dude ni hable mal de mí. Estudie un oficio que me
gustaba pero no era mi pasión, bastantes maneras tenía como para estudiar todo
lo relacionado la moda. Tuve muchos amores en los que cogí, por miedo al
rechazo, el papel Platónico. Miro atrás y veo una maquina a ralentí cuando
podría haber sido una súper maquina a todo gas y fashion que te mueres. Pero no
todo está perdido.
A raíz de ver
el tiempo perdido me he declarado fan de todo lo arriesgado y de la
transgresión. Es vivir cada momento como si fuera el último con lo que te
ofrecen tus posibilidades, tiene que ser lo más. Aunque en mi cuerpo, dado a su
anchura inusual, no puedo arriesgar mucho en outfits pero me permito mezclar zapatos de sstras con sudadera de
algodón, gabardina a lo Humphrey Bogart con vaquero. Reír, saltar, hablar de todo y con todos.Hay que vivir,
cada uno de los momentos como si fuera
el último, de lunes a domingo para cuando todo acabe, quién quiera que allá
después, le pueda decir :“¿Puedo repetir?, ha sido francamente divertido
querido….”.
Tengo un amigo que ahora es un gurú del maquillaje
y del estilismo de mucha clase, pero si os cuento los inicios no lo creéis.
Este chico fue el blanco de todas
las burlas, bromas y crueldades propias de un pueblo que, aun estando en
democracia, vivía en la más absoluta postguerra. En la adolescencia tuvo el
valor de declarase a si mismo lo que sentía desde dentro. Siempre ha sido un
niño regordete y en la adolescencia no iba a ser menos. Tengo en mente un
estilismo suyo de cuando tenía 15 años y yo 20(en esa época yo era delgadísimo y
mis ropas eran de diseñadores patrios e italianos), llevaba un total look de Terranova
(marca indescriptible) compuesto por un abrigo de polipiel-skay marrón que le
llegaba a los tobillos, lo demás estaba eclipsado. El mide 160Cm y anchito que
era os podéis imaginar su impacto visual. Desde mi talla 38 y mis 175 me sentía
con superioridad para reírme de su tripa y su disfraz de pseudo matrix. Solía
tomar café con él y 10 chicas más casi todas las noches, y siempre le recordaba
que yo utilizaba la 38(Dios que talla más
hermosa).
Estudiaba auxiliar de enfermería cuando de repente quiso ser peluquero. Yo me
quedé helado, ya que no veía un futuro
muy prometedor para él. Estudió con tesón y quemando el pelo a ecuatorianas y paisanas, pero se hizo peluquero
y se colocó en una de las mejores peluquerías de Murcia. Cogía cierta fama como
buen peluquero, yo me resistía ya que tenía en mi recuerdo las mechas
carbonizadas y difuntas de una chica. Pero después de ver los múltiples cortes
que hacía, me atreví. Fue el mejor corte que me habían hecho en años.
Murcia se le quedó pequeña y dio
el salto a Barcelona, y de allí a viajar
por todo el mundo maquillando a famosas y mega famosas. Poco queda del chico regordete, hortera y acomplejado, ahora es todo lo
contrario. Él se dedica a reírse de mi talla 44 y pico, y de mi forma rancia de vestir. Que vueltas da
la vida.
No sé si será el destino pero de
lo que estoy seguro es que yo de vidente no tengo nada.
Porque le damos un,
excesivo, valor a lo que está en peligro de irse, romperse y/o que
desaparezca. Por que cuando no disponemos de la persona o no está a mano
una camiseta o trozo de tarta de chocolate que te comiste de una sentada casi
sin degustarlo, nos acordamos con ansiedad. Una ansiedad que nos impide ver que
hay más personas, camisetas y trozos de tarta de chocolate.
En el caso de la tarta de
chocolate he decir que me la como y estoy pendiente de ella. Tanto que los que
me rodean dejan de existir. Es tanto el placer que aunque viniera Josh Holloway
sin camiseta me daría igual. No creo que el chocolate sea sustituto de nada, yo
disfruto muchísimo comiendo chocolate pero de una manera diferente a cuando
disfruto teniendo roces, caricias y pasión. Con solo pensar en el chocolate
estoy en trance.
Mención aparte están las prendas
y posesiones materiales. Siempre echo en falta cosas que regalo o que doy a
Caritas Interparroquial. Me gusta llegar al local de Caritas con una repleta
bolsa de ropa de marca (que no me viene y pasadísima de moda) con la dignidad
de Pilar de Borbón, dejar caer el enorme bolsón, acto seguido hablar con el
tono de voz de Constantino Romero para decir que aquí tienen ropa, nueva
, tanto que está casi sin estrenar.
Orihuela 2007. Sábado por la
tarde. Mes, no me acuerdo. Estaba en mi casa mirando mi adorado armario para
ver tipo de outfit me pondría. Me hice la composición al ver mi vaquero
Dquared. Un pantalón precioso pero algo moderno para mi cuerpo de ahora. Pensé
que las zapatillas de Asics de pitón marrón y una camiseta de Gsus verde
militar con unas letras doradas irían de maravilla. Los productos detallados
pueden producir isquemia cerebral vistos con el gusto estético 2012 pero hace 5
años el estilo metrosexual- gay de pueblo con dinero era moderno molón. Empecé a escarbar mi armario (tengo 4 llenos) como una gallina ponedora para buscar la camiseta, vacié uno y no estaba. Vacié el resto y…¡¡¡No estaba!!!
De la nada apareció un "Hola" en la mesilla, en portada La familia real al completo (Undargarin incluido).
Entonces decidí relajarme ojeando el rotativo. Que perfecta me parecía la
pareja compuesta por Cristina y su esposo, ahora mismo mi sentimiento
hacia un presunto ladrón y su presunta esposa cómplice es muy diferente. La
visión me hizo que una cadena de imágenes-flashes vinieran a mi mente,
apareció en mi hiper activo cerebro el árbol genealógico real. No sabía por qué María zurita y Leandro de Borbón se daban la mano en mi subconsciente, Todo
concordaba cuando apareció Pilar de Borbón cortando la cinta del Rastrillo
nuevo futuro. ¡¡¡Mi camiseta estaba en Caritas!!!
Sin pensarlo más, saque mi
uniforme de Grunge católico y me fui de camino a recuperar mi camiseta. Nada ni
nadie me podía frenar en la misión “Recuperar lo mío”.
Al llegar a al local donde
deposite tiempo atrás la T-Shirt, vi que había una cola de personas larguísima,
una cola de gente como yo, que iban a
recoger ropa usada por que se avecinaba una ola de frió polar y no tenían nada. Me produjo un escalofrío
ver a tanta gente allí, pero lo que más me impactó fue la visión de un
chico que tiempo atrás fue cliente mío (de los que pagan al contado),
estar en el puesto 6 por que había pasado la noche. Ese hecho me hizo acercarme
a él y darle mi cárdigan (de Armani por cierto) y darle mi número de teléfono por
que tenia mas ropa en casa. El hecho antes citado me hizo que cayeran las telas
fastuosas y brocadas de mis retinas y viera que todo puede ocurrir a cualquiera
y que ninguno estamos a salvo del destino, ni Urdangarin.
Este articulo es un homenaje a Caritas por estar ayudando casi sin ingresos a los mas desfavorecidos. Gente que antes no necesitaba nada y ahora nos necesitan a todos.
Una de mis adicciones confesables
en esta vida son las frases de folclóricas y películas. Me gusta meditarlas y
pensar como poder espetarlas en las ocasiones especiales que merezcan dicha
distinción.
Una de las primeras frases que me
quedo a fuego en mi mente fue la de la famosa Rocío Jurado ( es una gran
inspiración en este campo). Estaba en la estación de Atocha, la perseguían por
algún tema de corazón. En una arrebato de los suyos dejo caer un maxibolso
dorado y grito a pulmón lleno:¡¡¡No vengo más nunca al AVE!!! Esta afirmación la he repetido infinidad de
ocasiones pero colocando detrás los nombres de locales donde he acabado
borracho, los restaurantes donde me he sentido estafado, el concierto de Yann
Tiersen, una quedada en casa de una amiga donde quedamos para ver una película
y tenían que descargarla( en esa época 0.3 megas era supervelocidad). Osea mogollón veces.
Pero hay más (como dirían en los
Shows). Isabel Pantoja es otra fuente de inspiración en lo referente a frases y
aptitudes a imitar en ciertas ocasiones, eso sí ocasiones jocosas. Me encanta
mirar como lo hizo ella cuando le preguntaron si iba a ir a la cárcel, me
encanta mover la cabeza como lo hizo cuando afirmo que ella no le quito el
marido a nadie y cuando me preguntan si quiero ir a la Gramola (Disco pub trasnochado de Orihuela) decir: Jamás, ¡¡¡Jamaaaas!!!
No puedo olvidar a la pionera, la
gran Lola flores. Tiene un gran repertorio en su haber pero yo me quedo con el
gran momento del pendiente. Paró una grabación y pidió a Iñigo (gran
presentador de la época, famoso por su frondoso bigote) recuperar su pendiente, era de los buenos y no
quisiera que se perdería en el plato. Lola era total.
También tengo un gran repertorio
de frases de películas, tantas que a veces no sé si lo que estoy hablando es de
la película Princesas o son referentes a experiencias personales.
Hay una frase de la Película
Dracula, en la conversación de las 2 protagonistas donde una le dice a la otra:
Es el momento más importante de mi vida y
parece no importarte. Alucinante.Aunque en la película de
Princesas aparecen las 2 frases más hermosas que se han pronunciado en el mundo
del celuloide: Existimos porque alguien
piensa en nosotros y que te quieran es que te vayan a recoger al
trabajo. Esta ultima me emociona particularmente ya que cuando he visto por
el escaparate a quien ha ido a recogerme (Véase novios y amigos) me hace
temblar de emoción, la sonrisa se dibuja
en mi rostro y solo se relaja y desaparece cuando estoy profundamente dormido.
Recordando finales de películas,
son un filón a lo que frases sentencia se refiere. Tengo un final de una película
en la mente, por la que haría cualquier cosa para que ocurriera en mi vida, es un momento precioso.
La película tiene nombre largo e intenso
pero es una película delicada, maravillosa y sencilla. La mejor ”frase” que tiene ese film es cuando
se encuentran los protagonistas y no se dicen nada, se miran y siguen sin decir
nada, detrás suena la maravillosa banda
sonora de Angelo Badalamenti.
No dicen nada para decirlo todo. Sé que ya empezáis
a tener una imagen mía, la de un gran peliculero.
El día es gris, la lluvia no
para, no cesan de entrar a la tienda para preguntarme por planchas de vapor con
bluetooth, suena alma mía interpretada por un cubano excepcional. Un brain
storming que me deja consternado mientras la humedad me acecha el lagrimal en esta
mañana. Tengo muchas sensaciones cruzadas.
El día es tremendamente elegante, calado todos los minutos de un gris
marengo que me inocula contra los clientes que provocan a mis colmillos
doblando su longitud. La canción termina por ponerme tremendamente nostálgico.
Esa sensación me hace recordar mis historias pasadas, de
las oportunidades que he concedido y las que me han obsequiado. Oportunidades
que nos proporcionábamos a sabiendas de
un final mal escrito desde muy al principio mientras yaces contando lunares de
la espalda.
Hace unos tres años me compré
un pantalón chino en color crema de Hugo Boss. Estaba como loco por tenerlo,
tenía una suavidad propia de un producto made in Germany, me hacia un culito
prieto y me quedaba genial. Al tomarme la medida no sé por qué me los dejaron
cortos. Odio ese tipo de largura de camal. Me quejé al encargado, el encargado
me expuso la nueva corriente del pantalón
capri para hombre. Convencido del todo no me quedé, este tipo de pantalón
me hace un tapón paticorto, pero como diría Carmen Kass: Fashion is fashion.
Cada vez que me pongo el
pantalón me siento casi fenomenal, el algodón es fantástico, de cintura me queda genial pero el largo hace que
me lo quite y nunca salga de mi habitación. Mira que le he dado oportunidades a
este pantalón, mira que me lo he colocado de mil formas para que no parezca que
no está corto, mira que me gusta pero ese fallo hace que lo deposite en la
última percha de mi armario, inmóvil, riéndose de mí a cada mañana que lo
esquivo por algo de Zara.
No sé por qué lo tengo en el
armario y por qué como en un embrujo barato, sigo probándomelo de vez en
cuando. Lo que sé es que es precioso,
que tiene un tacto ideal y que tiene el olor embriagador de las piezas nuevas
que siempre termina perdiéndose. Pero
de un modo no puedo aún decir un adiós tajante, sería como reconocer mi
torpeza, renunciar a ese Antonio elegante y de culo prieto que me imagino con
él, a lo que pudo haber sido y nunca fue.
A pesar de contar esta
historia y de la atmosfera nostálgica que desprende, Estoy convencido de que tendré
la oportunidad de encontrar otro pantalón maravilloso, donde la marca o firma
sea lo de menos. El largo lo ajustaré yo, no consentiré que nadie me hable del
estilo capri, tendrán el riesgo de un capón.
Desde hace tiempo tengo el lugar perfecto en
el armario para él.
¿En
qué medida somos responsables de la imagen que proyectamos?
La
respuesta sería muy variable en función de quién fuese cuestionado, pero todos
coincidiríamos en que somos potencialmente responsables de todo lo que
proyectamos, aunque nos duela un poquito al afírmalo.
La
comparación para intentar responder a la pregunta la haría con una tienda y su
escaparate. El escaparate es lo que hace atractiva o desastrosa a una tienda.
Por ejemplo, el escaparate que me representaría en el caso de que me
presentasen a Clive Owen, sería el de Louis Vuitton. Pero si me presentan a
Donatella versase, el escaparate sería de una tienda de fitosanitarios.
Cuando
conocí a uno de mis mejores amigos, su impresión sobre mi fue la misma que ver
una tienda de alta costura ubicada en una vía pecuaria de un pueblo turolense.
Vamos, que era un frívolo de pedanías.
Pero le hizo detenerse un poco, porque al mirar el escaparate vio al fondo un
sastre riéndose de sí mismo, tomando una achicoria con anís y con serriche
(planta horrible de la familia de las gramíneas) en los calcetines. Solo por
ver eso entró. Y entró para quedarse.
Alabo
el gesto infinitamente más al reconocer
que yo no suelo tener esa paciencia ni suelo ser nada condescendiente al ver
escaparates nefastos, si me paro, es para mirar mi reflejo, autoafirmarme
conmigo mismo y seguir camino.
Hace
algún tiempo me brindaron unos amigos queridos una cita a ciegas encubierta. Accedí por que encubierta era que quedábamos 10 personas con el susodicho. Mis
queridos amigos me conocen y saben de mis reacciones tanto para bien como para
mal.
El
lugar fue una ciudad de cuyo nombre no quiero acordarme. Nos quedábamos a
pernoctar los 10 en su casa. Ese hecho me ponía nervioso ya que sentía la
presión de quedar bien, por ser tan hospitalario con todos, pero había dentro de
mí una sensación de descontento que crecía a medida que íbamos llegando a su
casa. Entonces ocurrió lo que no creía mis amigos que ocurriría, pero que yo
sabía hacía tiempo que pasaría. Al ver su escaparate me dieron ganas de irme a
mi casa. Pero había que ser correcto y comportarse. Nunca he podido esconder lo
que siento, siento que mi cara es
expresiva y aquí, me la jugó de nuevo.
Para ser más exacto fui muy desconsiderado, ya que todo lo que me salía por la
boca eran afirmaciones como: “que mogollón de calor hace en esta vivienda de
protección oficial”, “ ¿Tienes algo que no esté caducado?” y
“ Aquí huele a
cadáver”.
No
hace falta explicar qué tipo de escaparate mostré a la cita (desastrosa) a
ciegas, pero Os lo digo yo:
Que rollo es hacerse mayor. Esta
frase me viene mucho a la cabeza últimamente. Te das cuenta que estas haciéndote mayor cuando ves que tus
padres envejecen y cuando un teenager te aborda por la calle para decirte: “Oiga
señor, me puede decir la hora”. Humillante.
Cuando eres consciente de que el
paso del tiempo va contigo también, es
cuando descubres que existe la muerte y cuando descubres que los reyes magos son
los padres (presuntamente). Ya no puedes ir vestido para domingo de ramos con
calcetas caladas ni utilizar estuches con el grupo de parchís en la parte
frontal. Son tantas cosas bonitas y entrañables que aunque te quieras
identificar con grupos alternativos grunges, la nostalgia de la niñez te viene
por las noches cuando te vas a dormir en tu habitación azul con dibujos de coches en las
cortinas.
Yo tuve una niñez atípica y diferente.
Mi padre se dedicó durante mis 9 primeros años a inculcarme los gustos suyos.
Me llevaba todos los domingos por la tarde al fútbol Siempre me negaba a ir,
pero después de un capón y un ”Al coche” estaba listo para mi jornada
vespertina futbolera. El aburrimiento era total y me divertía viendo a las
señoras que iban con sus abrigos de pieles, El paso de las nubes y los pitidos
del silbato, cada vez que pitaba el árbitro le preguntaba a mi padre si había acabado
el partido ya. Mi padre tardo en aceptar que una de sus pasiones era para mí un
pestiño. Pero nuestro punto en común se lo deberemos a Esperanza Aguirre.
Vivía en un mundo donde lo que me
gustaba era lo normal, aunque ese mundo se desarrollaba en mi habitación y en
el entorno de mi casa. Muy extraño era el hecho de que no recuerdo soñar con
hacerme mayor. Mis gustos eran muy dispares, abarcaban desde hacerme uñas con
la cera roja que recubre el queso de
bola, a volverme loco cuando pasaba un
tren, los trenes me fascinaban, era el regalo que le pedía siempre a los reyes magos,
aunque algunos pensareis que era la Nancy Selene.
Soy consciente que cumplir años
es estar vivo, pero cuando la jornada laboral acaba y el día llega a su fin, me
asaltan los recuerdos de mi infancia. Dormía con una facilidad hermosa, El amor
de pareja ni existía, de hecho me daban asco los besos, no tener dinero para comprarme una chuche no
era mi prioridad y reírme a todas horas
de cualquier cosa. Todo era más sencillo cuando eres niño.
La niñez mola mucho, pero soy consciente de
que el paso de los años, Seguir riéndome de cualquier cosa, los golpes en la frente, unas arrugas de expresión(imperceptibles
al ojo ajeno) , las puñaladas traperas y los besos dulces a
quien quieres hacen la vida bella,
hermosa y que tenga un sentido fantástico.
Esta semana me ha hecho ver que
dedicamos demasiado tiempo en preparar cenas, citas, encuentros y demás
acontecimientos.
Intentamos servir un filete de
panga en una vajilla de Limoges, este hecho no está bien ya que desvirtúa e,
por que al ver el plato te crees que vas a comer rape y lo que encuentras es el
pescado más contaminado del planeta. Este tipo de actos también se extrapolan a
la vida sentimental. Se estila mucho adornar nuestras virtudes con exceso y barroquismo, tanto que cuando vas a mostrar tu realidad a tu quedada
ocasional, el contrario se queda con la boca abierta y muy sorprendido.
He de confesar que yo soy el
maestro del adorno, pero no de mi personalidad que quede claro. Cuando tengo
alguna cita (últimamente pocas), de la nada aparece en mi mente la música que
la envolvería. Seguido viene los colores, que imagino, que tendrían. Tanto
adorno el acontecimiento que al llegar el momento mis chascos son a veces tan
grandes que me da por llorar. Una de mis citas más bonitas que recuerdo la
amenizo una cantante de Jazz, el marco fue un cielo azul precioso y, tengo que
decir, todo salió como quería. Esa fue como un final feliz de una película de Isabel
Coixet. Que dramático puedo llegar a ser.
Pero la cita “final feliz” tuvo su final 1 año después pero no feliz, fue
parecido a una película Afgana, subtitulada
en polaco. Contaré el principio que es muy bonito, También he de ser sincero al
afirmar que no dejé nada al azar para
que fuese perfecta.
Fue un flechazo el encuentro de
los 2 en un local alicantino y decidimos quedar a la semana siguiente para hacer senderismo,
cosa que no hago nunca. Tengo una facilidad para decir “si me gusta”, si me lo
preguntan chicos que me hacen temblar. Esa facilidad me ha hecho verme en una
reunión del opus dei, un concierto de Heavy metal y subir montañas a paso
ligero.
3 días antes de la cita recorría el Decathlon
a contrarreloj para conseguir ropa ”ponible”, montañera y que me haga delgado.
Todo lo que conseguí fue un micro Short y una felpa negra de manga larga. Al
vernos saltaron chispas y justo antes de empezar la ruta me dijo que iba muy
corto, pero que le parecían espectaculares mis piernas.¡¡¡ Lo tenía en el bote!!!
Conforme iba subiendo las espigas y los cardos iban creciendo en espesura y
altura. Tenía mis espectaculares piernas parecidas al Ecce Homo. No me quejé,
pero por orgullo ya que me dolían las brechas que el cardo de la segunda cuesta
hizo en mi gemelo espectacular. Iba extremadamente corto.
Al llegar a la cima (pensaba que
no llegaba nunca) decidí acabar con “ si, me gusta” a todo lo que me digan los
chicos guapos que me hacen temblar y empecé a preparar el momento íntimo y
personal para favorecer el contacto físico.
Nada más sentarnos saque una botella de vino espumoso(es el que te
emborracha antes) y al abrirlo el tapon
se estrello en un panal de avispas y el vino se derramó en mi micro short. Todo
empezaba a torcerse y tuvimos que correr como Usain Bolt. Cuando perdimos de
vista a las avispas, nos sentamos y saqué
mi iPhone para poner a Lisa Ekdalh, entonces todo se arregló, el cielo era de
un azul intenso y precioso, el vino y los brindis, en copas de plástico de los
chinos, nos hacían ser protagonistas de una película fabulosa. Todo lo que sigue es
una intimidad que se queda para mí. Fue un principio de una relación tipo “final
feliz” perfecto.
LA lección que aprendí de esta
historia es que no debo de sobrecargar ni fantasear con nada ni nadie, la naturalidad y la espontaneidad son un valor
en alza en las citas, haya besos o no. Todos los principios en las relaciones
son tan diferentes como los finales. Los adornos para mis amigos Salvador
(Florista) y Victoria (diseñadora) porque son unos tremendos maestros.
Este
fin de semana pasado ha ocurrido un hecho de los que se quedan a fuego en mi
memoria. Una boda de “Alto Standing”, el entrecomillado es ironía pura.
He de decir que no fui a ver dicha
celebración a la puerta de la Iglesia. Las invitadas se pasearon por toda la
city con una altivez ridícula y vestidos de zarandona (un pueblo cercano a
Murcia donde el raso gordo y el encaje quita-piel son su mayor exponente)
porque a la vista parecía eso, lastima de dinero si eran caros.
Estaban como en una Gymkana. En
momentos en concreto todas salían del local donde se celebraba para
repartirse en pisos, parkings y demás sitios que se me escapan de mi campo
visual, para aparecer todas al cuarto de
hora con cara de Scream VI. Hecho que me dejo con incertidumbre, ¿cuál
sería el premio?
Habían chicas que iban monas, pero las
menos, pero me gusta recrearme en las canallas.
También he de ser sincero, a la novia no
la vi. Pero viendo la Cibeles cutre week que se montó me la puedo imaginar.
Pondría la mano en sulfato de polonio que se diseñó el vestido ella solita. Ese
hecho me da una compasión infinita por el diseñador que le tuvo que hacer el
misterioso vestido.
No
puedo con el intrusismo laboral. Mención aparte son las Blandas que se creen
modernas y se diseñan la ropa sin ningún gusto estético ni académico
Me las
imagino con un bloc con todo lleno de retazos y dibujos donde mezclan la falda
de la cenicienta, cuando la vieron, a los 8 años, se afirmaron a sí mismas que
irían con una falda así, no podían ser menos. A los 15 años vieron Love Story y
se quedaron fascinadas con la parte alta del camisón de la protagonista antes
de morir, ese detalle iría también en su boda. Al ver Sexo en nueva york, el
cinturón de mi loada Carrie las descolocó, ese complemento no podía faltar en
el vestido de novia de mi vida ( que tremenda frase).
Imagino la cara del diseñador cuando
abriría el Bloc, la expresión sería muy parecida a la que suele utilizar la
madre de Shin-chan cuando el diablo de mañaco hace alguna travesura.
La vida me ha hecho ver que no se pueden
mezclar muchas cosas. Véase una maruja beata que ha venido de Sevilla y un bote
de purpurina delante de la patrona de su pueblo por que acaban con brillos
hasta el nuncio papal. Una lesbiana y el bingo, es la perdición de ellas, es lo
que a los hombres machos un prostíbulo. Igual que meterme a mi en la exposición
de Cartier en el Thyssen, ya que acabo como el loro de Yafar( malo,
malísimo de Aladin) y no me quitan los joyones de las manos ni con aceite
hirviendo.
Con
este relato quiero decir que el/la que se dedique a recoger cebollas, nadie
como ella para eso, pero que no se entrometa en otras profesiones. Yo me dedico
a la venta y tengo algunas nociones de moda y estilo( amateur por supuesto) .
Poniendo un ejemplo, cuando fui a comprar mi cochecito nuevo me encomendé al
comercial que me lo vendió y me quede satisfecho, de todo no se puede saber.
Como me gusta el universo Spot
publicitario. El que anuncia el otoño del corte ingles de este año me fascina,
me veo muy reflejado en ella, no por que quiera ser modelo fémina (Envidio su delgadez, pero solo eso), es porque me veo reflejado en la idea que transmite de la espera. Esperando al Otoño, esperando un lugar donde la sonrisa no
me salga forzada, esperando que me asalten con un abrazo, esperando… esperando tantas cosas.
LA verdad es que el anuncio me hace soñar, pero yo soy
impaciente por naturaleza y agonías desde que nací. El tener todo controlado es
una obsesión. Las situaciones donde yo no tengo el mando se vuelven perversas y
de la nada aparece una voz que me hace avanzar sin mirar donde piso. Esa
dichosa voz me hace tropezar casi siempre.
Desde que tengo uso de razón el
equilibrio mental de esperar/actuar es un ideal que pocas veces he podido conseguir,
si espero nunca he conseguido nada y abalanzarme con la velocidad del rayo me
hace estrellarme.
Recuerdo una situación donde
siempre me pongo nervioso y súper acelerado. Cumpleaños de una de mis mejores
amigas. La primera vez que asistí estaba hecho un lápiz, Hay constancia fotográfica.
La presión de aparecer exactamente igual, me hace que un mes y medio antes me
obsesione con llegar al evento delgadísimo,
morenísimo y estilosisimo (todos los isimos que yo quiera, es mi blog). Nunca
lo consigo por que perder 13K en un mes es cuanto menos insalubre, el sol
conlleva melanomas pero estiloso siempre voy.
El año pasado me obsesione demasiado, pero apareció ante mí un objeto en la tienda
peculiar donde trabajo. Un cinturón sauna que prometía perder 15Cm de cintura
en 1 día. ¡¡¡Era una señal!!! Me relajé, comí lo que quise, tenía la certeza
que un aparato que sale en la teletienda no tenía por qué mentir, recalcan constantemente sus controles exhaustivos de calidad.
Llegó el día de la prueba del cinturón,
lo celebré con unos canelones de marisco y un pastel de crema catalana. Tenía preparado
todo el outfit y perfumado con Tom Ford (es
mi perfume favorito). Me tumbe en mi cama extra grande con dicho cinturón. Al
abrirlo me resulto un poco sospechoso ver el tacto plastiquito, pero la idea del ministerio de Comercio
haciendo constantes y meticulosos test de calidad me trajo la calma.
Nunca he sido de ir a saunas (sé
que suena cuanto menos extraño que un gay diga esta afirmación) porque me
agobia el excesivo calor y el dichoso cinturón plastiquero me ponía nervioso (Otra
Vez). Al pasar la media el calor era excesivo pero la idea de que se hubieran
ido 7 cm de flotador me daba ganas de seguir el tratamiento.
45 minutos después me lo quite de un golpe y
me quede estupefacto al ver toda la piel de mi abdomen quemada. Parecía un
tigre por las vetas de piel chamuscada. Tuve que ir a urgencias y no perdí ningún
centímetro. El urbasón hizo que fuera un cumpleaños desinhibido donde mi
personalidad brilló, pero no mi figura.
No sé si clasificar esta anécdota
en el apartado paciente o desesperado pero lo que fui es un tremendo bobo al
confiar en aparatos MADE IN PRC. Bueno
ahora que lo pienso se puede clasificar en el “soy
vago por no hacer deporte” y “demasiado
rural Helpless” como para pensar que un anuncio estiloso se vea reflejado
en mí.
No se si será el cambio climático o este calor empalagoso, pero este otoño empiezo a ver desde
la ventana privilegiada de mi tienda, parejas enamoradas de la mano y
besuqueándose. Es cuanto menos divertido ver tanto amor repartido por esta
curiosa calle.
Por
la mañana pasan dos amantes del vino barato
y el coñac mañanero. La pasión que desatan es un poco bochornosa, de las
de mirar con el rabillo del ojo y con la mano entreabierto en la mirada porque
de hacerlo directamente, la imagen se quedaría atrapada en tu retina. A medio
día pasa una mujer de vida alegre que reparte amor, cariño y comprensión por un
módico precio de 25€ (soy un investigador nato). Por la tarde es turno de la
pareja proyecto hombre (van con unas pintas de eso mismo), con un carro del Mercadona y lleno con
productos que no son, precisamente, del Mercadona.
El
estilismo tiene mucho que ver para que yo capte el amor que destilan. La pareja
denominación de origen llevan una prendas holgadas y casi sin lavar, con
colores intensos y alegres. La mujer datafono lleva unos outfits tan marcados,
coloridos y transparentes que es como un tipo de luminoso para advertir quien
es ella y a lo que se dedica. Caso aparte es la pareja “ Mas chutes
nooo…”, llevan ropa de caritas súper gastada y que algún día allá por los
ochenta, tuvo color.
El
color es sinónimo de amor y felicidad.
Aunque
en mi nunca se refleja dicha dualidad, no me gustan los colores y estoy enamorado;
enamorado de mi perra Miranda (no confundir sentimiento puro con
zoofilia), enamorado de una americana de Adolfo Domínguez de paño preciosa y
enamorado de los preludios de Chopin que me hacen soñar.
El
enamoramiento de pareja es diferente, recuerdo una anécdota de cuando era
joven. Sábado por la noche, me había bebido 4 aguas con gas y mi cuerpo era una
válvula de una olla a presión. Al llegar las tres fuimos al local de moda donde
la tensión sexual era muy palpable, como la orquesta de viento que se alojaba en
mi pobre estomago. Notaba una sensación muy rara, no provenía de mi intestino,
si no, que me observaban. “Pero mira que eres engreído maricón” me dijeron
cuando les expuse mi 2ª preocupación (La primera era la cantidad ingente de
gases que albergaba) a mis grupo de amigos. Alguien me miraba y estaba muy
seguro. Mi cuerpo dijo que se acabó de contener nada más. La música House era
ideal para el camuflaje sonoro.
Y
justo cuando mi estómago estaba en la orgía de las burbujas, ¡¡¡AHÍ ESTABA!!!,
al final de la pista, un hombre cuarentón, con un atractivo enorme y la mirada
fija en mi. Cuando nos cruzamos esbozó
una sonrisa preciosa. Yo soy vergonzoso hasta la extremo. Él que era 17 años
mayor que yo se acercó y se presentó. Al
pronunciar mi nombre me salió Antonio con el fondo de eructo.
Mi adicción al agua carbonatada no ceso allí,
la relación con el cuarentón se finiquitó a los 3 meses, La mirada del chico que me gusta me estremece, a la par que me da una vergüenza y la
pareja “Mas chutes noo” se empeñan en venderme una muñeca de porcelana calva (¿Por
quién me habrán tomado?).
El
amor otoñal tiene su color y su estado físico, pero lo visualizamos de mil formas.
Hoy es un día en que todo,
absolutamente todo me molesta. Me he levantado y me he dado en el pie con la
pata de la mesilla, me pongo a desayunar y Miranda se ha comido, en un despiste,
mis tostadas con jamón y cepillándome
los dientes he sentido nauseas y he vomitado. Todo se complica cuando abro la
tienda y empiezan a venir reclamaciones, clientes de etnias diversas a
preguntar estupideces. Desde pequeño he
tenido un potente imán para atraer personas con una inmensa alegría, esa alegría que roza la paga mensual. Si, señores y señoras, hoy tengo muy mala sombra. Hoy soy capaz de todo.
Siempre me he considerado
equilibrado a la par que excesivamente elegante, pero mi mayor virtud es el
sentido del humor (del que hoy carezco). Dicho sentido del humor me ha salvado
de abrazar a la melancolía enfermiza, infinidad de veces. Estoy seguro que con
sentido del humor parte de los problemas mentales de la humanidad dejarían de
serlo.
Presencio estupefacto las
manifestaciones musulmanes por un video tonto, a un candidato a la presidencia
USA, decir que los inteligentes no estarán de su parte, a nuestro presidente dar
rodeos gramaticales para obviar decir “Rescate”…ETC.
Nos hace falta, tanto como el
beber, reírnos de nosotros mismos para que todo fluya de una manera natural.
Tengo una amiga que le diagnosticaron una enfermedad degenerativa, enfermedad
que no me da la gana pronunciar. No la he visto nunca apocada, siempre tiene
una sonrisa y un tacón que ponerse, aunque le den escalofríos las alturas. De
vez en cuando (últimamente muy de vez en cuando) la innombrable le recuerda que está ahí y le
da una colleja. La última vez fue hace unos meses, tenía una boda y muchos
casos jurídicos. Pues tumbada los solucionó y a la boda no asistió. He de decir que
hubiera hecho lo mismo, o me ven en un estado perfecto o no me ven ni las
cigarras.
Sobrellevar una enfermedad con un
trabajo estresante y la mejor de las sonrisas es para dedicarle una plaza en su
pueblo natal.
Con 36 años cumplidos, un suéter
verde (que por primera vez no elegido yo),
con una entereza propia de una persona mayor (acorde con dicho suéter verde), con una crema anti-edad
(no sé por qué nos quieren humillar así los laboratorios farmacéuticos)y unos
zapatos picados de “El Ganso”, me
asaltan muchas cuestiones trascendentales. Son reflexiones que no tienen porque
tener su respuesta, por lo menos lógica
.
El otro día desperté aturullado
por la resaca de mi cumpleaños y las dudas sobre la capacidad de aguante del
ser humano en situaciones anómalas y limites. Cuando termine de engullir una
bomba de chocolate, me vino a la cabeza una amiga que le ocurrió algo tan
perplejo como difícil de asimilar.
La chica está casada 7 años con 3
vástagos y una estabilidad sentimental que es envidiable (yo nací para que me
desposaran). Hace 8 meses, creo que fue miércoles, su marido le dijo que la
esperaba en casa para cenar, que no tardara. Los miércoles son días
traicioneros. Cuando llego y abrió
la puerta, se quedo helada y su bolso, un Bimba y Lola fucsia que yo le regale,
se deslizo por su hombro para caer en la alfombra persa, regalo de boda de
todos sus amigos. Su marido le esperaba en el Hall de la casa vestido con su 2
piezas de Hoss Intropia de la Nochevieja
pasada.
“Esta
soy yo” dijo él a la vez que se daba
volumen con la peluca (de pelo natural) caoba y
Ella enmudeció. Los miércoles son tremendamente traicioneros.
No consiguió hablar hasta 2
semanas después. Su primera frase fue:
“Te está pequeño”, yo esperaba otra la verdad. Le siguieron una infinidad de
porqués: porque le hacía esto, porque no me lo
comentaste, porque no me dijiste que te gustaban los hombres, porque te pones
mi ropa si no te viene, porque… pero
solo obtuvo respuesta uno, el de la preferencia sexual. No me gustan los hombres, te quiero a ti y solo a ti.
Se puso en contacto conmigo para comentarlo y
esperar un consejo, pero solté una
carcajada impresionante. Pensaba que estaba de broma, no podía imaginar el
suceso ni comprenderlo.
Viendo lo poco que la ayudé, citó para desahogarse
a sus amigos en una tetería árabe, entre
los que estaba yo y una prima suya. Su pariente es una lesbiana que se
vislumbra a 75 kilómetros a la redonda y su tacto para tratar las situaciones
es comparable al tacto de un puercoespín. Después de relatarnos todo lo
sucedido, Insistió que él/ella la amaba.
La expresión de la prima fue difícil de explicar pero yo sabía que después de
la mueca venia una frase fuerte. “Qué clase de maricón es tu marido que se
viste de mujer y dice que no le gustan los tíos”, espetó mi grácil amiga.
Transcurridos los 8 meses del
acontecimiento no solo lo comprendo sino tengo un respeto por ella (El antes) bárbaro,
decidió desnudar su alma vestido con un( muy ceñido) 2 piezas delante de la
mujer que ama y quiere. Ella lo respeta igual y lo entiende, pero la visión de
su esposo con una falda plisada y una
T-Shirt de Lanvin le sobrepasó y sé divorcio.